El jueves por la tarde conseguí mi primer NaNoWriMo después de cuatro años intentándolo. ¿Que qué es el NaNoWriMo? Míralo por ti mismo:
¿Escribir 50000 palabras en treinta días? cuando la peor influencia del mundo (gracias, Adhara) me invitó a punta de pistola amablemente para que participara con aquel proyecto de novela que tenía desde hacía mil años pero con el que nunca me había puesto, mi primera reacción fue reírme. Sí, sí. A carcajada limpia. Yo. Una novela. En un mes. Sí, seguro. Y los monos bailarían claqué haciendo malabares con tartas mientras tanto.
Pero el caso es que lo hice. No llegué a las 50000 palabras y no gané aquel año, el 2004, pero llegué a las 30000 y aquello no hizo más que encender la mecha. Terminé al año siguiente la novela, era CarPa, y aquel mes en el que no pensé en otra cosa que en escribir fue uno de los más felices de mi vida. Si me vierais, tenía yo el cutis tan suave por la felicidad... Incluso a pesar de la falta de sexo, que había que emplear todos los esfuerzos en conseguirlo y cualquier distracción podía ser nefasta.
Nunca podré estarle más agradecido porque me hizo darme cuenta de que yo también podía hacerlo, que escribir solamente tenía un truco: ponerse a hacerlo, casi diría más, obligarse a sentarse a hacerlo. Y el NaNoWriMo te da la excusa perfecta.
Además escribir es algo un poco solitario. Al fin y al cabo, te sientas delante de la pantalla, o de las hojas del cuaderno e incluso te aíslas (como es mi caso) con los auriculares y la música (bueno, tengo que reconocer que a veces los tengo apagados, pero es la única manera que tengo de hacer como que no escucho a la gente que me habla en la sala de profesores del instituto mientras leo o escribo). ¡Pero no en noviembre! ¡En noviembre, tu abuela, tu primo, tu tío e incluso tu perro puede hacerlo! Podéis hacer guerras de palabras, podéis apostar a que el que no llegue a 17000 antes del sábado saldrá por la noche desnudo gritando por la calle. Podéis leeros mientras no escribís. Y todo eso lo haces sabiendo que miles, millones de personas alrededor del mundo lo están haciendo a la vez que tú.
Así que este año me lo propuse firmemente, llegué al 31 de octubre con mi esquema bien organizado. Sabía qué tenía que poner y adónde quería llegar. Solo tenía que ponerme. Y el día 1 a las 9 de la mañana lo hice. No paré hasta el día 29 por la tarde cuando llegué a 50133 palabras, justo en el final de la primera parte de mi novela. Justo como había planeado. Como diría Hannibal Smith, adoro que los planes salgan bien.
Claro que yo no iba a saber el desgaste emocional que iba a suponer eso, porque solo a mí se me ocurre hacer el NaNo con una novela contada desde tres puntos de vista que no va precisamente de buenos sentimientos ni de alegrías. La última tarde fue horrorosa, de hecho. Sabía que iba a conseguirlo. Al fin y al cabo tenía dos días por delante para poco menos de 3000 palabras, pero algo tuve que hacer mal porque aunque tenía clarísimo qué tenía que pasar era como si yo mismo o mis personajes se negaran a que pasara.
Quizá fue un poco de las dos cosas. En mi vida normalmente evito los conflictos y los enfrentamientos así que imagino que inconscientemente estaba alejando el que tenía que pasar durante la novela. Y quizá, por otra, porque en resumidas cuentas lo que creas durante un NaNo no es una novela sino un borrador, no había dibujado a mis tres personajes tan bien como había creido y por eso se sentían un poco reticentes a hacer lo que yo les estaba obligando a que hicieran.
Al final lo hicieron y di carpetazo con la primera parte de la novela, que por otra parte me ha encantado escribir, dejándome agotado, física y emocionalmente. Porque además las consecuencias de un NaNo también son otras: de pronto, así, de la noche a la mañana, solo por el hecho de que termina noviembre, te sientes como desamparado porque tu motivación para escribir cambia. Ya no se trata de escribir sin mirar atrás ni para coger impulso (¡y mucho menos para corregir! Eso se hace en diciembre) sino de escribir como lo has hecho siempre, y uno pierde un poco el norte.
Así que me encuentro ahora mismo en un mar de dudas porque me pican los dedos y necesito seguir haciéndolo, pero no sé si seguir con Equilátero (la novela en la que he trabajado durante noviembre) o si me pongo con la que pensaba ponerme durante el verano. Reflexionaré estos días y organizaré ideas (espero).
Aunque mientras tanto disfrutaré de la victoria:
Pero el caso es que lo hice. No llegué a las 50000 palabras y no gané aquel año, el 2004, pero llegué a las 30000 y aquello no hizo más que encender la mecha. Terminé al año siguiente la novela, era CarPa, y aquel mes en el que no pensé en otra cosa que en escribir fue uno de los más felices de mi vida. Si me vierais, tenía yo el cutis tan suave por la felicidad... Incluso a pesar de la falta de sexo, que había que emplear todos los esfuerzos en conseguirlo y cualquier distracción podía ser nefasta.
Nunca podré estarle más agradecido porque me hizo darme cuenta de que yo también podía hacerlo, que escribir solamente tenía un truco: ponerse a hacerlo, casi diría más, obligarse a sentarse a hacerlo. Y el NaNoWriMo te da la excusa perfecta.
Además escribir es algo un poco solitario. Al fin y al cabo, te sientas delante de la pantalla, o de las hojas del cuaderno e incluso te aíslas (como es mi caso) con los auriculares y la música (bueno, tengo que reconocer que a veces los tengo apagados, pero es la única manera que tengo de hacer como que no escucho a la gente que me habla en la sala de profesores del instituto mientras leo o escribo). ¡Pero no en noviembre! ¡En noviembre, tu abuela, tu primo, tu tío e incluso tu perro puede hacerlo! Podéis hacer guerras de palabras, podéis apostar a que el que no llegue a 17000 antes del sábado saldrá por la noche desnudo gritando por la calle. Podéis leeros mientras no escribís. Y todo eso lo haces sabiendo que miles, millones de personas alrededor del mundo lo están haciendo a la vez que tú.
Así que este año me lo propuse firmemente, llegué al 31 de octubre con mi esquema bien organizado. Sabía qué tenía que poner y adónde quería llegar. Solo tenía que ponerme. Y el día 1 a las 9 de la mañana lo hice. No paré hasta el día 29 por la tarde cuando llegué a 50133 palabras, justo en el final de la primera parte de mi novela. Justo como había planeado. Como diría Hannibal Smith, adoro que los planes salgan bien.
Claro que yo no iba a saber el desgaste emocional que iba a suponer eso, porque solo a mí se me ocurre hacer el NaNo con una novela contada desde tres puntos de vista que no va precisamente de buenos sentimientos ni de alegrías. La última tarde fue horrorosa, de hecho. Sabía que iba a conseguirlo. Al fin y al cabo tenía dos días por delante para poco menos de 3000 palabras, pero algo tuve que hacer mal porque aunque tenía clarísimo qué tenía que pasar era como si yo mismo o mis personajes se negaran a que pasara.
Quizá fue un poco de las dos cosas. En mi vida normalmente evito los conflictos y los enfrentamientos así que imagino que inconscientemente estaba alejando el que tenía que pasar durante la novela. Y quizá, por otra, porque en resumidas cuentas lo que creas durante un NaNo no es una novela sino un borrador, no había dibujado a mis tres personajes tan bien como había creido y por eso se sentían un poco reticentes a hacer lo que yo les estaba obligando a que hicieran.
Al final lo hicieron y di carpetazo con la primera parte de la novela, que por otra parte me ha encantado escribir, dejándome agotado, física y emocionalmente. Porque además las consecuencias de un NaNo también son otras: de pronto, así, de la noche a la mañana, solo por el hecho de que termina noviembre, te sientes como desamparado porque tu motivación para escribir cambia. Ya no se trata de escribir sin mirar atrás ni para coger impulso (¡y mucho menos para corregir! Eso se hace en diciembre) sino de escribir como lo has hecho siempre, y uno pierde un poco el norte.
Así que me encuentro ahora mismo en un mar de dudas porque me pican los dedos y necesito seguir haciéndolo, pero no sé si seguir con Equilátero (la novela en la que he trabajado durante noviembre) o si me pongo con la que pensaba ponerme durante el verano. Reflexionaré estos días y organizaré ideas (espero).
Aunque mientras tanto disfrutaré de la victoria:
2 comentarios:
Qué idea lo del nano ese: Felicidades por tu nueva novela. Es una idea genial: ¿sólo es en noviembre? Después de la panzada que te has dado a escribir no me extraña que sientas un poco de "horror vacui". Ánimo.
Me encanta el blog, Fer: hay pocos que hablen de una manera tan natural, sin afectación, de la escritura (ese veneno...). Sigue así: de verdad que acompaña mucho.
Besotes.
Gracias por lo que dices de la naturalidad y la afectación. Lo contrario es algo que no soporto en los demás y me preocuparía mucho que se viera por aquí. Si lo veis por favor dadme un buen tirón de orejas.
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