viernes, 26 de noviembre de 2010

La tele me engorda pero yo pensaba que la cámara me adoraba

Pero qué le vamos a hacer. Por supuesto, en la entrevista llevo la camiseta del NaNoWriMo, porque si me hacían la entrevista en noviembre, no podía no llevarla:

sábado, 20 de noviembre de 2010

Vida literaria (que no es lo mismo que literatura)

Qué jartito estoy de mí, narices.

Mira que, para empezar, uno que se cree blogger tiene que empezar por lo obvio: el egocentrismo. Si no es para hablar de mí, de lo que pienso, de lo que veo o de lo que opino, ¿para qué iba a tener un blog?

Y, para continuar, uno que se cree proyecto de escritor ha de continuar con lo todavía más obvio: el egocentrismo. Porque, a fin de cuentas, aunque no seamos conscientes, aunque no queramos hacerlo, cuando contamos algo, lo hacemos tiñéndolo por completo de nuestra subjetividad, así que, al final, también estamos hablando de nosotros mismos. De una manera muy velada, claro, en el caso de las novelas, pero de nosotros al fin y al cabo.

Y, en fin, es lo que llevo haciendo sin parar en estos dos últimos meses.

Me han entrevistado para la prensa (podéis leer una de las entrevistas aquí), para la radio (próximamente subiré la entrevista), el lunes que viene grabamos un reportaje para la tele, he dado una charla en un instituto, he presentado la novela (próximamente, cuando recuerde cómo fue porque no me acuerdo de nada de nada de la noche, os haré crónica) y todo eso ha hecho que, cada vez más gente, comenzara a preguntarme por mí y por mi oficio de proyecto de escritor.

Me gusta, no voy a negarlo, a nadie le disgusta su poquito de atención ni el hecho de que se le reconozca su trabajo. Aparte de que, claro, sigue siendo un sueño el hecho de que mi primera novela haya salido a la luz y, aunque me canse, sí que me gusta hablar de mí mismo, no voy a negarlo.

Y disfruto de las entrevistas y de hablar en público. Y jamás pensé que pudiera llegar a cansarme.

Pero es eso, disfruto de ellos, en el momento, cuando lo estoy haciendo.

Después, al llegar a casa, te viene la oleada enorme de, no sé cómo llamarlo, ¿"visibilidad"? y te da el canguelo. Más que nada porque, no sé, se me ocurren cientos de cosas más importantes de las que hablar que de uno mismo. Y aunque siempre he dicho que "los aplausos me ponen", al final, el otro día, en la presentación me di cuenta de que no tenían tanto valor porque, en su amplia mayoría, venían de gente conocida, de gente querida y que te quiere. Y, claro, ¿cómo no van a aplaudirte los que te quieren?

¡Si yo a los que quiero procuro aplaudirles diariamente!

Se me ocurrió que no quería que me aplaudieran a mí porque si eso hubiera sido así, me habría hecho cantante, actor de teatro o playmate. Sin embargo, al final, ha caído lo de ser proyecto de escritor y cuando uno es proyecto de escritor, lo que quiere que aplaudan (si acaso hay algo a lo que aplaudir) es a la novela, ¿no? al trabajo que has hecho.

Supongo que, al final, como todo, el hecho de que me hayan publicado lo único que ha hecho es colocar las cosas en su sitio. La realidad siempre se impone y te da bofetadas y te hace madurar.

Me alegro de que haya sido así.

Así que voy a tener que desdecirme de lo que dije en la entrada anterior. Publicar sí que te cambia la vida y, en mi caso, ha sido para bien porque me ha hecho darme cuenta de que no es lo mismo literatura que vida literaria.

Eso no quiere decir que la vida literaria no me guste. Me gusta hablar de literatura, me gusta que se me reconozca como escritor y que la gente me pregunte por mí y por mi libro. Pero eso no lo es todo. Me gusta más la literatura. Ser lector. Ser proyecto de escritor. En la intimidad, en mi casa, disfrutando con las historias y con los personajes.

Eso es lo realmente importante. No hablar de ello por muchas alegrías que eso traiga.

Así que, aunque os pido disculpas por mi silencio, no os lo toméis como tal. Como digo en mi novela, hay varios tipos de silencios. Y este ha sido un silencio agradable, un silencio en compañía, un silencio fruto de haber compartido muchas palabras previamente. El hecho de estar en silencio con alguien sin que este silencio sea incómodo y uno esté a gusto no es más que la muestra de confianza, complididad.

Es como volver a casa.

Y esta, de alguna manera, es mi casa y vosotros siempre tenéis las puertas abiertas.

Aunque sea para compartir el silencio conmigo.

Gracias por seguir por aquí. Seguiremos dando guerra.

Y ahora es cuando vienen los aplausos, claro.