miércoles, 12 de diciembre de 2007

Drama por los cuatro costados

Yo creo que para mí no hay mayor crisis que el aburrimiento.

Lo proclamo a los cuatro vientos: estoy aburrido. Y si yo me aburro, no puedo evitar pensar que aburro a los demás, y si aburro a los demás acabo cayendo en la crisis; y si caigo en la crisis (oh, drama drama drama) acabo aburriéndome porque no escribo, y si no escribo me da la sensación de que pasan los días sin que yo haga nada de provecho, de que paso por la vida de puntillas y acabo quedándome en el espectro gris de esta y me amargo porque no quiero ser gris.

Además estoy atascado (¡más drama!). No preocuparse, que diría mi abuela, que voy al water regularmente (las enseñanzas de José Coronado nunca fueron más útiles). Estoy atascado de verdad, sí. O a lo mejor voy cuesta abajo y sin frenos, no lo sé, porque dependiendo de la hora tengo una sensación u otra. Uno que es así de esquizofrénico.

Estoy atascado o desfrenado porque ando trabajando en el esquema de la segunda parte de la novela que empecé en noviembre y lo único que veo son trabas por todos los lados. ¿Cómo coño voy a usar el jodido narrador que quiero usar, teóricamente un narrador testigo pero que quiero que acabe sabiendo más que un testigo porque fue personaje principal en la primera parte? (lioso, ¿eh?) No lo sé, pero quiero. ¿Qué papel tiene la chica en cuestión si casi durante toda la primera parte se dejó arrastrar por los acontecimientos y quedamos en que ya no lo haría pero vuelve a ser tan cansina y pava como en la primera parte? No lo sé, pero tengo la sensación de que hará algo importante. ¿Cómo? Ah, amigos, del cómo no tengo ni idea. ¿Por qué coño escribo de gente que se pasa el día haciéndose putadas si normalmentea me siento culpable si suspendo a un chaval o mato una mosca? (si mato una araña lo que me da es miedo, porque siempre imagino que vendrá la mamá de la susodicha a comerme mientras duermo) No lo sé, pero quiero hacerlo.

Lo que yo digo, o atascado o cuesta abajo y sin frenos porque no sé dónde acabará la cosa, ni siquiera sé si acabará y no me decidiré por guardar los apuntes en el congelador y pasar a otra cosa, mariposa (mariposa, que no araña). Y mientras tanto, mi agente no me llama.

Qué difícil es ser yo, que diría con acento argentino (más drama).

8 comentarios:

leo dijo...

¿Sabes que creo que estamos en un punto parecido?
Ánimo, Fer. ¿Por qué no tomarlo como al principio, cuando escribir era un juego y no importaba si lo hacíamos mal?
Presionándonos no logramos nada, ¿no? ¡Fuera presiones! No somos grises, aunque no escribamos.
(Todo lo que te digo, me lo digo a mi también...)
Besos.

Anónimo dijo...

Tu lo que necesitas es un polvo! No, vale, tal vez ya los tienes. Es que esa era la respuesta automática de una conocida a todos los problemas del mundo xD Lo que tú necesitas son vacaciones mentales, que estamos en diciembre y no veo que te las estés tomando, Fer, NO LO VEO. Deberías estar concentradísimo en pasar al nivel cinco del Pacman (muy duro), y si lo consigues, te recompensas planeando la segunda parte (y así parece algo más guay!). :D

Fernando Alcalá dijo...

Si el caso es que normalmente no me importa si lo hago mal, Leo, al menos mientras lo hago. Bueno, vale, es cierto que con esta nueva novela me ha dado la paranoia de que no va a gustar a nadie y blablablaBLA (me aburro a mí mismo). Supongo que todo se solucionará con una palabra: Vacaciones.

Mucho ánimo a ti también!!!! Y de gris nada, que mira qué cabellera tan leonina y luminosa que me tienes ;)

Cosa candorosa!!! Te propongo un reto: que cada vez que me comentes te pongas un nombre nuevo relacionado con tu "Cos". Este me ha encantado. Eso sí, en el Pacman estoy pegado, pero en el Wild Arms 5, ahí sí que no me gana nadie. Lo malo es ¿Tienes la fórmula mágica de cómo dar vacaciones a tu cerebro de lo que más le gusta hacer? Ahíe stá el dilema... (y el drama. ¡Oh, drama!)

elita dijo...

Seguro que en el fondo lo sabes, o deja que ellos mismos te guíen. Pero sobre todo disfruta cuando estés escribiendo esta novela que te trae de cabeza. Siéntate tranquilo y pon ese grupo que tanto te gusta, sírvete una cervecita (o bueno, lo que tú prefieras, ¡en mi caso la caña es sagrada!) con unas olivitas... y a escribir. Piensa que tu novela será buena para unos, pero mala para otros, sobre gustos no hay nada escrito; lo importante es que salga como a TI te gusta.
Ánimos.

Antonia Romero dijo...

Respecto a lo de cosa candorosa te diré que mi suegro lo arregla todo comiendo.

Ahora en serio, a veces creo que el único sistema bueno es el de Allende (Isabel para más señas), ella dice que se pone a escribir todos los días a las ocho de la mañana, con ganas o sin ellas, inspirada o expirada, contenta o triste, animada o por los suelos. En fin, tomarlo como un trabajo más. Rutina. Eso.

A mí no me funciona, pero ¿quién sabe? a lo mejor a ti te sirve...

Besos

elita dijo...

Por cierto, qué ilusión. ¡Acabo de ver que me tienes enlazada!
Un abrazo, espero que tu día acabe mejor de lo que empezó.

Fernando Alcalá dijo...

NO, sí, yo creo que saberlo lo sé, a lo mejor es miedo, Elita, yo qué sé. A ver a dónde me llevan.

Y, fíjate, Antonia, yo estoy de acuerdo con Allende y siempre que puedo lo practico, porque muchas veces relegamos a un segundo plano las cosas que más nos gustan por el mero hecho de que nos dan placer (así de estúpidos somos los adultos, porque, como dice Pilar Galán, ¿Acaso los niños retrasan la hora de jugar?), así que normalmente me pongo a escribir como si formara parte de mi trabajo matutino. Y la verdad es que no hay cosa que me haga levantarme con más ganas, para qué nos vamos a engañar. Pero, claro, esa es la teoría, luego hay que luchar contra la práctica de vez en cuando, como ahora.

Y aunque considere la solución de tu suegro bastante útil, yo prefiero arreglar las cosas como cosa candorosa, o en este caso, su amiga.

Anónimo dijo...

llego muy tarde a esta entrada pero bueno.
escribe, déjales que se desenvuelvan y si hay que darle una colleja a ese personaje femenino llámame que yo me encargo ;)