martes, 4 de diciembre de 2007

Ansiedad

Cuando no escribo me da ansiedad. Sí, sí, así como lo oís. Con todas las letritas: ansiedad. ¿Os imagináis qué bien quedaría esto en una cabecera de entrevista?

Fernando Alcalá: cuando no escribo me da ansiedad

Si es que me lo imagino y casi me entra un orgasmo del gusto.

Lo que pasa es que no queda ahí la cosa. Hay muchas razones por las que me da la ansiedad y me pongo de mala leche e irascible y mejor que no haya nadie cerca porque muerdo, vamos, que le meto un bocao a una esquina y hago un parking.

Supongo que como ocurre con todo hay chorropocientas razones por las que me entra esta ansiedad. Y supongo también que no son muy difíciles de adivinar las razones por las que me está entrando estos días.

La primera es fácil: tengo gripe. Uno nunca creerá saber los verdaderos efectos de una gripe hasta que cerca de veinte alumnos de primero de la ESO le hablen a la vez. La palabra aturdimiento ha cobrado sentido para mí esta mañana. También las palabras asesinato, muerte lenta, castración y demás lindezas que si alguien descubre en este blog, ahora que está tan de moda lo políticament correcto, seguro me manda de cabeza a los juzgados.

La segunda tampoco es difícil de deducir si leemos mi entrada anterior: Acabo de salir de un mes en el que he escrito 50000 palabras, así, sin anestesia ni nada. Si nos ponemos cursis y comparamos la escritura como una droga (que se lo digan a los románticos, que todavía no está muy claro si se drogaban antes o después de escribir), pues si he dejado de hacerlo de golpe, lo que tengo no es ansiedad, ni mono: lo que tengo es un gorila sentado sobre mis hombros que me quita los piojos de la cabeza y se los come. Se llama Panchito.

El resto no está tan claro porque puede que sean consecuencias de lo anterior: A veces (el escenario se oscurece y se enciende un foco que me ilumina directamente a mí. ¡Toma dramatismo!) señoras y señores, dudo de mí.

No sé si es un mecanismo de defensa, si me falta algún tornillo o si simplemente vine con ese defecto de fábrica, pero me es completamente imposible tomarme algo en serio. Ni siquiera me tomo en serio a mí mismo o a mi trabajo, así que mucho menos me tomo en serio algo que me aporta tanto placer como la escritura. ¡Si en cuanto me dejan solito enciendo el chip irónico y no dejo de echar pestes!

Cuando escribo o cuando me imagino como escritor (qué sencilla es esta palabra, escritor, que alude simplemente a alguien que escribe y punto y la de parafernalias con que la adornamos constantemente. A veces no sé si me queda demasiado grande o si es simplemente del tamaño que tiene que ser. Una talla S. Siempre una talla S, que uno tiene que guardar la línea) no logro verme de otra manera que jugando. Juego a escribir una novela, juego a escribir cuentos, juego a asistir a un taller literario, juego incluso a escribir este blog y codearme con la gente que lo lee... No logro tomarme en serio la escritura. Y eso suele estar bien, no creáis. Que me ayuda a quitarme muchos disgustos de encima.

Pero también tiene su consecuencia porque cuando uno está bajo de defensas como estoy ahora después de los esfuerzos físicos y emocionales del mes de noviembre, le da por pensar que a lo mejor no es más que un fiasco, que él no escribe con miles de libros alrededor, que tiene solo un par de diccionarios, que su estilo es más plano que el encefalograma de una patata y que sus historias no le interesan a nadie más que a él.

Por eso escribo, porque si no lo hago me da ansiedad. Dejarme a solas conmigo mismo es como poner, no sé, a Marujita Díaz y a Francisco Umbral (DEP) en Dónde estás corazón sin un Jaime Cantizano que les controle. Mi parte seria y mi parte no-seria se ponen a discutir y a mí me ponen de los nervios, así que acaba dándome la ansiedad y prefiero escribir y que estén ocupadas pensando (o haciendo amago de) y haciendo otra cosa que no discutiendo entre sí y volviéndome loco.

Si es que está claro, escribo porque si no me da ansiedad (qué psicólogo más barato que me he echado...) que la falta de ocupación es un mal mu malo, como diría mi abuela.

9 comentarios:

leo dijo...

Ay, Fer, sin gripe, sin resacón del Nanowrimo (sin Panchito, vaya, jajajajaja) te comprendo muy bien. Yo creo que el que tiene madera de buen escritor siempre duda, siempre se cuestiona. Y, por encima de todas las cosas, antes que gustar al lector, que publicar, que ganar premios, lo que necesita de verdad es escribir. Sencillamente.
Así que ánimo, amigo y ya sabes, nada de lexatines: pluma-boli-ordenador al canto.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mi me parece que evitar sentirse depre es como la mejor razón para hacer algo, después de la de salvar a millones de inocentes de una catástrofe :D

elita dijo...

¡Menudo remedio! Es que eso de la ansiedad es muy feo. Tú escribe, no lo dejes.
Volveré a pasarme por aquí, veo que, después de todo, la ansiedad te prueba. :)

Besos.

Anónimo dijo...

Me has matado con Panchito xDDD

Te comprendo con lo de la ansiedad pero en otro ámbito. Y es que cuando necesitas escupir algo y no puedes se enquista y pasan cosas.

¡Ánimo con la gripe! :D

Maritornes dijo...

Permíteme que sea un poco brusca contigo. Es porque te tengo cariño: que te dejes de zarandajas, hombre. Que quien no se hace preguntas no se hará nunca escritor. O más bien... ¿uno es escritor porque se hace preguntas?
Nos hacen falta más como tú, Fer. Un besito.

Fernando Alcalá dijo...

Pues sí, tienes razón, Leo, hay que coger el toro por los cuernos. Quiero deciiiiiir, el boli, el boli.

Como siempre, Cos, tus palabras llegan cargadas de razón. Cuando haya que salvar a millones de inocentes de una catástrofe no te olvides de llamarme. Ya sabes que a mí siempre me gustó eso del heroísmo y los aplausos.

Gracias por la visita, elita, a ver dónde depara esta ansiedad.

Gina, tú escupe por esa boquita, escupe. Que soy todo orejas incluso para escupitajos. Ánimo! ¿Sabes que una vez hice un concurso de escupitajos, a ver quién llegaba más lejos? Pero estábamos borrachos y no me acuerdo de si gané o no.

Te permito ser todo lo brusca que quieras, Maritornes, que los tirones de orejas siempre vienen bien. Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Nando no te agobies...los niños son como son y hay veces que hay que poner el automatico y hacer como hace el luisma en uno de los capítulos de aida: pi-pipi-pi-pipipi...
Yo tb tengo ansiedad...pero se me está ocurriendo una forma en la que lo podemos eliminar(aunq sea momentaneamente...)esperate a la semana q viene y nos vamos de cena!!y con un poco de suerte...un dia vamos al spa jajaja

Carmen Fernández Etreros dijo...

La ansiedad es una de mis mejores amigas. Su origen: variado. Un jefe, unos alumnos, un hijo que no quiere hacer los deberes,...

Escribir puede ser la vacuna. Y funciona...

Cúrate la gripe.
Carmen F. Etreros

Fernando Alcalá dijo...

Por supuesto, mary. Para esa cenita llevo esperándote meses, qeu parece que nuestras agendas no coinciden y todavía no has visto mi casa ;)

Y sí, Carmen, la ansiedad y yo somos viejos conocidos. Incluso podría decirte que es una mala influencia, pero no. Que bajo sus influjos ha sido cuando realmente he estudiado para los exámenes o hecho cualquier cosa al final a última hora. La gripe mucho mejor, gracias.