... o más bien de los mocos, resurgiendo de los mocos, los pañuelos, los delirios y la fiebre, porque a eso se ha reducido mi semana después de las vacaciones: a un gripazo que me ha tenido en la cama con treinta y nueve de fiebre.
Dice ese proverbio famoso que hay que tener mucho cuidado con lo que uno desea, porque puede hacerse realidad, y yo le pedí a los reyes magos que me concedieran vacaciones de las vacaciones, que necesitaba descansar, que habían sido demasiadas salidas, demasiadas borracheras y amanecidas en la calle como para que yo ahora pudiera enfrentarme al comienzo del trimestre con la energía que se esperaba. Claro que tuvieron que malinterpretar mi carta o algo así porque, que yo sepa, lo de los delirios nocturnos no es que descanse mucho, que me pasé una noche pensando que era el río que abastecía el priorato de Kingsbridge y estuve bebiendo agua sin parar porque de mí dependían todos los molinos de la zona... Como podéis imaginar, tuve que dejar de leer el libro de Ken Follet porque la noche siguiente ya no era un río, era un caballero que tenía que organizar un ejército en función de los colores de la ropa que llevaban los campesinos, y dejé de leer, sí, pero entonces echaron los Borgia por la tele y ya estaba yo soñando que era uno de ellos, con esas capas de armiño tan bonitas, esas orgías tan estupendas y esa cantidad de poder tan estupenda también sobre la cabeza.
Si eso es descansar de las vacaciones que venga el señor Melchor y lo vea. Exijo la carta de reclamaciones.
Dice ese proverbio famoso que hay que tener mucho cuidado con lo que uno desea, porque puede hacerse realidad, y yo le pedí a los reyes magos que me concedieran vacaciones de las vacaciones, que necesitaba descansar, que habían sido demasiadas salidas, demasiadas borracheras y amanecidas en la calle como para que yo ahora pudiera enfrentarme al comienzo del trimestre con la energía que se esperaba. Claro que tuvieron que malinterpretar mi carta o algo así porque, que yo sepa, lo de los delirios nocturnos no es que descanse mucho, que me pasé una noche pensando que era el río que abastecía el priorato de Kingsbridge y estuve bebiendo agua sin parar porque de mí dependían todos los molinos de la zona... Como podéis imaginar, tuve que dejar de leer el libro de Ken Follet porque la noche siguiente ya no era un río, era un caballero que tenía que organizar un ejército en función de los colores de la ropa que llevaban los campesinos, y dejé de leer, sí, pero entonces echaron los Borgia por la tele y ya estaba yo soñando que era uno de ellos, con esas capas de armiño tan bonitas, esas orgías tan estupendas y esa cantidad de poder tan estupenda también sobre la cabeza.
Si eso es descansar de las vacaciones que venga el señor Melchor y lo vea. Exijo la carta de reclamaciones.
7 comentarios:
Pos vaya, Fer. Y yo que te hacía por ahí, disfrutando de la vida y de los regalos de Reyes.
Espero que ya estés mejor.
Besotes.
No sé si lo has escrito con 39 de fiebre, pero contigo me río un montón. Que te mejores pronto y un abrazo.
Yo igual. Te imaginaba de vuelta a las clases con energías renovadas. Recupérate. Ya me contarás lo Ken Follet. Me cuentan que no es la esperada segunda parte...
Un besote,
A la fuerza ahorcan, Leo, que ya levaba una semana faltando a clase y a ver qué iban a hacer mis monstruitos sin mí... Además, que si pasaba otro día en casa sin salir a la calle posiblemente me diera otra gripe de la frustración ;)
Gracias por lo de las risas, es cierto que cuando me pongo dramático me río hasta yo ;) Nada más sano que reírse de uno mismo. Muchas gracias también por los ánimos, Tawaki!
Pues el libro de Ken Follet empezó bien para mí. Supongo que por el estilo y las ganas de cogerlo más que nada, porque luego ha ido cayendo en picado hasta el aburrimiento. Voy por la página cuatrocientos y pico y no me han vuelto a dar ganas de cogerlo. Bien es cierto que le he cogido un poco de manía por eso de los delirios febriles, pero por ahora no tengo intención de cogerlo de nuevo...
Deseo que te restablezcas del todo lo antes posible. Agradezco mucho tu generosidad para conmigo y tu reconocimiento a mi labor. Muestras de cariño como la tuya es lo mas gratificante que nos puede suceder a los que amamos la literatura y procuramos mostrarla y enseñarla. Gracias Fernando, y seguiremos en contacto.
Un abrazo.
Javier Pérez Walias
Me alegro que ya hayas remontado. Lo mejor de estar malo es que aunque tienes la impresión de que no mejorarás nunca, al final ocurre el milagro sin saber cómo.
Se te echaba de menos
Besos
Lo mismo digo, Javier. Los buenos profesores no se olvidan.
Pues imagínate, Antonia, con lo dramático que soy yo, qué ocurre si me aderezas con un poco de gripe. Parece que se acaba el mundo :P Gracias por los buenos deseos!
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