Yo no soy lo que reza el título de la entrada. Lo he sido, sí. Durante mi más inocente adolescencia, yo fui políticamente correcto. Tanto, que una amiga una vez me dijo que yo era el yerno perfecto, que cualquier madre querría tenerme de novio para sus hijas.
¡Cojones! Yo quería ser novio (o amante ocasional, en todo caso) no yerno.
Y así fue como descubrí (aunque yo ya tenía mis sospechas) que aquello de la corrección política no me molaba mucho.
Me gusta la sinceridad, llamar a cada cosa por su nombre sin poner paños calientes. La realidad es la que hay. Por mucho que disfracemos las palabras, la realidad va a seguir siendo como es. No me gustan los adornos.
Y, ojo, que como ya dije otra vez, para mí la sinceridad no es lo que se nos vende actualmente. No es lo de decir lo primero que se te viene a la cabeza porque soy muy sincera, tía y yo digo siempre lo que me sale del bolo, tía y si no me crees te pego dos hostias en el baño y punto en boca, ¿me entiendes?
No. La sinceridad necesita de una sensibilidad educada, de un ejercicio previo de reflexión, requiere un ejercicio previo de empatía y un saber ponerse en el lugar del otro para llegar a deducir por qué ha dicho lo que ha dicho o por qué ha hecho lo que ha hecho.
Ser sincero no es decir lo primero que se te viene a la cabeza. No. Ser sincero es decir la verdad. Y para decir una verdad, hay que pensar primero. Siempre. En el otro, en ti, en lo que vas a decir, en tu porcentaje de razón, en tu porcentaje de sinrazón, en tu porcentaje de subjetividad al respecto...
Me explico, ¿verdad?
Por eso me jode tanto tantísimo que actualmente se lleve tanto la corrección política y te tachen de miles de cosas en cuanto no sigues lo establecido.
Por eso he decidido mantenerme en mis trece:
Durante estas correcciones, me percaté de que yo tenía escrita la palabra "hombres" para referirme al género humano en una parte de la novela. Con la sensibilidad al cien por cien y la inseguridad de la recta final rezumándome por todos los poros, decidí cambiar ese término por el de "seres humanos" y se lo comenté al editor aludiendo a esta corrección política de la que hablo.
El editor se mostró comprensivo y adujo que, si se trataba de un tema ideológico, él no se metía, pero que, como yo pienso y pensaba, en castellano los términos no marcados están en la mente de los hablantes como tal y que el hecho de no verlos así es simplemente una sobre-educación (no fueron sus palabras exactamente, pero yo las entendí así. Dejadme. Yo me entiendo).
Y me ha convencido. He vuelto a usar el término "hombres" porque si de una cuestión ideológica se trata, esa palabra encaja mejor con mi epistemología que lo de "seres humanos" que, por lo demás, me parece un término vacío y poco sonoro.
¿Que no soy políticamente correcto y que esta entrada puede levantar ampollas?
En fin.
Es lo que conlleva la sinceridad. Pero aplícate esos ejercicios antes de responder airado.
¡Cojones! Yo quería ser novio (o amante ocasional, en todo caso) no yerno.
Y así fue como descubrí (aunque yo ya tenía mis sospechas) que aquello de la corrección política no me molaba mucho.
Me gusta la sinceridad, llamar a cada cosa por su nombre sin poner paños calientes. La realidad es la que hay. Por mucho que disfracemos las palabras, la realidad va a seguir siendo como es. No me gustan los adornos.
Y, ojo, que como ya dije otra vez, para mí la sinceridad no es lo que se nos vende actualmente. No es lo de decir lo primero que se te viene a la cabeza porque soy muy sincera, tía y yo digo siempre lo que me sale del bolo, tía y si no me crees te pego dos hostias en el baño y punto en boca, ¿me entiendes?
No. La sinceridad necesita de una sensibilidad educada, de un ejercicio previo de reflexión, requiere un ejercicio previo de empatía y un saber ponerse en el lugar del otro para llegar a deducir por qué ha dicho lo que ha dicho o por qué ha hecho lo que ha hecho.
Ser sincero no es decir lo primero que se te viene a la cabeza. No. Ser sincero es decir la verdad. Y para decir una verdad, hay que pensar primero. Siempre. En el otro, en ti, en lo que vas a decir, en tu porcentaje de razón, en tu porcentaje de sinrazón, en tu porcentaje de subjetividad al respecto...
Me explico, ¿verdad?
Por eso me jode tanto tantísimo que actualmente se lleve tanto la corrección política y te tachen de miles de cosas en cuanto no sigues lo establecido.
Por eso he decidido mantenerme en mis trece:
Durante estas correcciones, me percaté de que yo tenía escrita la palabra "hombres" para referirme al género humano en una parte de la novela. Con la sensibilidad al cien por cien y la inseguridad de la recta final rezumándome por todos los poros, decidí cambiar ese término por el de "seres humanos" y se lo comenté al editor aludiendo a esta corrección política de la que hablo.
El editor se mostró comprensivo y adujo que, si se trataba de un tema ideológico, él no se metía, pero que, como yo pienso y pensaba, en castellano los términos no marcados están en la mente de los hablantes como tal y que el hecho de no verlos así es simplemente una sobre-educación (no fueron sus palabras exactamente, pero yo las entendí así. Dejadme. Yo me entiendo).
Y me ha convencido. He vuelto a usar el término "hombres" porque si de una cuestión ideológica se trata, esa palabra encaja mejor con mi epistemología que lo de "seres humanos" que, por lo demás, me parece un término vacío y poco sonoro.
¿Que no soy políticamente correcto y que esta entrada puede levantar ampollas?
En fin.
Es lo que conlleva la sinceridad. Pero aplícate esos ejercicios antes de responder airado.
17 comentarios:
Seres humanos suena frío, pero yo huyo de "hombres" como genérico todo lo posible. Y me parece más que lógico.
Como autora me niego a perpetuar la invisibilidad de las mujeres.
(Me pongo seria en esto porque he estudiado y de verdad creo en la importancia que la ficción ha tenido y tiene para reforzar la dominación, la exclusión...)
¿No podrías poner "persona"? Es a lo que yo recurro normalmente. Es un genérico real que abraza a todos.
En mi caso es una cuestión de la sinceridad de la que hablas. Nada de políticamente correcto. Considero que hay que esforzarse en utilizar un lenguaje no sexista porque de verdad es positivo para todos.
Gloria, precisamente porque creo que el término "hombres" no está marcado, voy a usarlo. Me conoces perfectamente y sabes cómo pienso y que no soy en absoluto machista, pero es que creo que no le hacemos ningún bien a la lengua usando hiperónimos :/
Y eso que, mira, si he dudado en poner "hombres" o no es porque precisamente en esa palabra sí que veo ciertas connotaciones sexistas, pero como no estoy convencido, por ahora la dejo. Pero, vamos, al ritmo que voy, seguramente la cambie una y mil veces más. Me pensaré lo de "personas", pero no me acaba de convencer tampoco.
Creo que hay palabras a las que se les ha pasado de rosca con esto del sexismo en el habla.
Yo no me lo tomaría a mal si dijeses "hombre" porque yo lo digo. No porque sea una machista si no porque ha sido el uso habitual. No le pongo un género determinado al grupo de gente al que se le aplica en el texto esa palabra salvo que esté claro que tiene que ser masculino y, así, englobo tanto a hombres como a mujeres.
Di que yo "paso" bastante de ponerme a pensar en machismos y feminismos en el vocabulario, pero me da la sensación de que a la gente se le está yendo un poquito de las manos.
Pon como mejor te salga cuando hablas y utilizas el término, será lo que más natural te resulte. Total, si en un futuro te arrepientes, lo puedes hacer tanto de una palabra como de otra.
Además, en un futuro puede que se lleve una palabra o la otra, al fin y al cabo todo evoluciona y a veces vuelve o desaparece, pero al menos quédate tranquilo contigo mismo.
Gina
Fer, yo no te considero sexista :)
Pero justo por eso creo que deber considerar las palabras que usas, porque sí son importantes. (moldean el pensamiento, refuerzan roles etc)
Y "hombres" es tan absurdamente excluyente... XD Hay otras palabras que pueden ser más sutiles, esa es descarada.
No digo que esté poscrita y que si la veo en un texto vaya a pensar que el autor es un misógino :P (de hecho, igual ni me doy cuenta de manera consciente) pero desde luego son cosas que no ayudan a avanzar. ^^
Por otra parte, es interesante eso de que tu editor no se meta en cuestiones ideológicas ni de trama ^^ Me gusta ese planteamiento. Tenía la idea de que un editor sería un metomentodo odioso XD
Creo que cuando estamos seguras de que somo iguales no nos sentimos excluidas ni invisibles porque alguie utilice, en un contexto coherente, un genérico como "hombre". Tal vez cuando existe alguna inseguridad es necesario el refuerzo del reconocimiento externo que materializa la corrección política.
No sé, yo no creo en eso de que las niñas que leen en un libro "hombres" se sienten excluidas ni nada por el estilo. Siempre se ha usado y se entiende claramente como "género humano", aunque tal vez sí que esté aún más asociado a lo genérico en singular que en plural; el Hombre, más que los Hombres. Las personas no somos el lenguaje, sino que el lenguaje nace en las personas. Las mujeres no nos invisibilizamos por las palabras, y si hablamos de una niña que lee seguramente desarrollará criterio propio y aprenderá a valorarse a sí misma.
El hombre... me gusta. Gracias, Ikima, otra posibilidad sobre la que pensar.
A mí esa idea de que cambiando el lenguaje vamos a cambiar las mentalidades me exaspera muchísimo. Resulta que funciona exactamente al revés: el lenguaje es un reflejo del pensamiento. No se pueden inventar palabras, ni usos nuevos, ni desterrar el uso de palabras de golpe y porrazo. Más que nada, porque será inútil. Los hablantes recibiremos esas novedades como ajenas, y seguiremos utilizando los términos habituales, que son una convención gracias a la cual nos entendemos (eso es, al fin y al cabo, una lengua). Cambiar la lengua requiere años (muchos), y es algo que sucede espontáneamente, por consenso de todos los hablantes, y casi siempre a causa de la necesidad de adaptación a nuevas realidades, usos, costumbres o circunstancias. Se trata de un proceso dilatado y paulatino.
"Hombre" es un término no marcado. A mí no me molesta. Creo que mis reivindicaciones como mujer no pasan en absoluto por pervertir la lengua.
Me parece "correcto" lo que has hecho, Fer.
¿Pero por qué crees que vas a levantar ampollas con esta entrada? Yo soy de las que digo "ser humano" y me siento excluida cuando se habla de la historia de los hombres (será que tengo alguna inseguridad, como dicen por ahí arriba), pero no creo que el que usa la palabra "hombre" como genérico sea machista. Simplemente, no le da importancia. Yo sí, y por tanto no la uso. Y digo "nosotras" cuando somos mayoría de mujeres. Y hablo en femenino cuando el género no está claro (en plan, "espero que todas tengáis un buen día" cuando escribes en el blog). Pero esa soy yo. Siempre y cuando respetes que yo pienso así y que para mí es importante, no me molesta en absoluto que tú no lo compartas, siempre y cuando no te metas conmigo por usarlo de esa manera.
Cada una es como es, y desde el respeto cabemos todas ;-)
Ay, Ruth, yo qué sé lo de las ampollas. De todos modos, ya sabéis que soy un exagerao.
Acerca de lo de usar el femenino cuando hay mayoría de mujeres, recuerdo que mi profesora de lengua del instituto (allá por los 90) nos explicó que la RAE estaba pensando aceptarlo y ella lo usaba porque en clase había más chicas.
Lo que no sé es si se llegó a aceptar.
A mí me parece bien que lo utilices, yo como mujer no me voy a ofender por ello.
Tambíén tienes que ver en el contexto en que lo usas, si lo dice un personaje, el tono general de la obra...porque para cualquier hispanohablante hombres se ha utilizado desde siempre para describir al ser humano, no creo ni que se den cuenta al leerlo.
Pero si pones seres humanos, pues igual te queda un poco repipi el texto o que no pegue para nada con el tono que usabas hasta ese momento.
Y si tienes dudas, pues a lo burro, hombras o mujeros y listo, no dijo aquella lo de "miembras"? jeje.
Qué curioso...
Estuve en tu mismo caso hará unos años, con una novela, aunque el editor en una de sus múltiples correcciones era yo mismo, como nos suele ocurrir. Yo dejé "seres humanos", finalmente. A saber qué ocurrirá en el futuro.
Uf... Llego un poco tarde, así que sólo puedo decir que estoy totalmente de acuerdo con Maripaz. Así que, en definitiva, yo utilizaría la expresión que me resulte más cercana, que me resulte más "mía", y punto. Aunque, en cualquier caso, me parece interesante la aportación de Ikima: puede que el singular, "el hombre", me suene mejor.
Saludos! :)
Puedes hacer como los mexicanos,y sustituir "hombres" por "gentes" (siempre me ha parecido muy peculiar).
Desconozco el proceso de creación de una novela, pero me asalta una pregunta al leer este blog.Si un escritor le da tantas vueltas a una sola palabra...¿Cuántos quebraderos de cabeza ocasiona la obra en completo?
Hombre, está bien. A mi modo de ver, esa palabra no me excluye y soy mujer, cuando se refiere a la generalidad, como: "los avances del hombre" lógicamente se está refiriendo a hombres y mujeres, la persona que se sienta disminuida por no ser mencionada explícitamente supongo que debe sufrir algún complejo de inferioridad.
El lenguaje es lenguaje, el sexismo existe en la mente.
Saludos,
Hola, yo sí que llego tarde a los comentarios pero no puedo resistirme...
Estoy totalmente de acuerdo en que el lenguaje no cambiará las ideas, o no tan rápido como creemos. Soy mujer, profesora, estudio temas de género, y utilizo la palabra "hombre" como genérica, porque no le doy más significado que el de sinónimo de "ser humano" o "perteneciente a la especie humana" (por supuesto me han llamado retrógrada unas cuantas veces). Creo que para cambiar los roles es mucho más urgente cambiar los comportamientos/costumbres que las palabras, y pienso en usos sobre los que no solemos reflexionar, por ejemplo en los tacones o en el maquillaje. ¿Qué implican, de dónde vienen, qué quieren decir? Son cosas muy prosaicas pero contienen una carga contra las mujeres mucho mayor que tantas palabras y teorías...
Un saludo,
Marina
Completamente de acuerdo.
Hay veces que todo el mundo está mintiendo para no quedar mal. ¡Absurdo!
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