martes, 1 de abril de 2008

(no le hagáis caso al drama, mañana se me pasa)

Creo que una de las cosas que peor he podido hacer en mi vida es haber querido que me publicaran y encender el interruptor de la maquinaria que puso en marcha todo el proceso. Sí, sí, como lo oís. En este mes hace un año que tomé esa decisión, después de que CarPa estuviera descansando en el cajón dándome el calorcito que daba solo cuando me hacía sentir bien por el hecho de haberla hecho, por el hecho de que yo, un vago redomado, alguien que jamás terminaba nada, hubiera sido capaz de darle carpetazo.

Sin ningún temor a equivocarme puedo decir que hace un año era más feliz. Y no, no es que no haya tenido satisfacciones. A lo largo de este año, sí, vale, me he convencido de que quizá la novela merezca la pena, que cumple exactamente con mis pretensiones, que no eran en ningún momento hacer una obra maestra de la literatura contemporánea, sino, más bien, hacer que yo pasara el mejor de los ratos y que los que la leyeran lo pasaran también.

Sacar algo tan tuyo del cajón para dárselo a otros tiene algo de masoquista que no sabía que podía llegar a doler tanto. Supongo que la satisfacción también es proporcional. No sé. Supongo. Pero el rechazo es duro. En mi caso, tampoco ha habido tantos. Es más, conseguir agente literario en apenas unos meses se puede considerar un éxito, definitivamente es abrir una puerta importante, pero ¡ay, amigos! estáis leyendo a un reconocido intolerante a la incertidumbre.

Empezar en esto, sin tener ni idea, sin saber dónde te estás metiendo me hace sentir tan infantil e inmaduro que hasta me da vergüenza reconocerlo ahora. ¡Qué iluso, ¿no?! El mes de abril del año pasado fue, y no me avergüenza reconocerlo, horrible. Sobre todo porque me obsesioné. Sí, lo hice, lo reconozco. Actualizaba el correo casi con compulsión, pensaba que todo iba más rápido, hacía cuentas, contaba días, horas, intentaba ser políticamente correcto, me daba plazos, intentaba sobrevivir (sí, sí, no os riáis, que así de dramático lo viví yo). Llevaba mejor una negativa que el mero silencio. No lo entendía, en serio que no entendía qué costaba responder un correo electrónico. Y sigo sin entenderlo, la verdad. Para mí el respeto es muy importante y eso me parece una falta de respeto como un pino de grande, vamos.

Cuando empecé este blog, me propuse que lo último que os fuerais a encontrar aquí fuesen entradas como esta. Por varios motivos, para empezar. El primero porque esto es, al fin y al cabo, una ventana a tu mundo, ¿no? Esto es un modo de darse a conocer, nunca sabes quién puede estar leyéndolo y, bueno, no hay que ser muy avispado para darse cuenta que lo que menos vende es la publicidad negativa. Hablar de éxitos. No de fracasos.

En segundo lugar era porque no pegaban con la política del blog ni con mi forma de ver este mundo en circunstancias normales (que no son las de hoy). Soy una persona a la que, normalmente, le cuesta mucho tomarse las cosas en serio. Supongo que en parte eso ha sido causa de que muchas de las cosas que me he planteado (como los estudios o la oposición, por ejemplo) hayan salido sin que apenas me costaran trabajo. Soy irónico por naturaleza, me río de mí mismo, me río de ti, me río de cualquier cosa, soy ácido, no puedo evitarlo, pero me divierto mucho siéndolo.

Hasta que nos planteamos sacar del cajón mi novela.

Cojones, con la decisioncita.

Quizá es porque hasta ahora no he obtenido respuesta, pero si hace un año me hubieran dicho que hoy me iba a sentir así, creo que me lo habría evitado, que la vida no está pra disgustos autoimpuestos.

Hace una semana, cuando definitivamente supe que no había ganado el Barco de Vapor (como no tengo ni idea de cómo van estas cosas, la verdad, casi habría esperado que un helicóptero hubiera venido a buscarme a mi casa o algo así. Suena glamuroso, ¿eh?) pues no me afectó en absoluto. A ver, en fin, que sé perfectamente las características de mi novela, o que, en fin, como que no es muy fácil que ese tipo de premios se consigan a la primera. De hecho, no estoy afectado en absoluto por eso. Soy iluso pero no tanto, ¿eh?

Me ha afectado hoy, que paseando por algunos blogs que llevo visitando desde hace años me he enterado de que la autora de uno de ellos ha quedado finalista. Y no es lo mismo cuando ese tipo de cosas le pasan a gente que no conoces a que le ocurran a alguien a quien conoces, aunque solo sea por haber intercambiado unas líneas. Por lo menos para mí no es lo mismo. La entrada que ha escrito ella es la entrada que habría escrito yo. Por lo que he leído de ella a través de sus propias líneas y de líneas de otros, es una persona sorprendente (si no, no habría leído su blog desde hace tanto tiempo, por lo menos, cinco o seis años), ha alcanzado al cima de la publicidad, acaba de entrar en el mundo literario y ha ganado un premio interesante y quedado finalista en otro. Parece que con solo chasquear los dedos, lo tiene ahí, a huevo. Que seguramente no sea así, que seguramente, como en todos, hay mucho trabajo y muchas frustraciones detrás, pero, no sé, me ha dado mucha pena leer uno de sus párrafos del blog y que definiera con tanta precisión sensaciones que yo habría sentido. ¿Envidia? Posiblemente, quizá. Pero creo que no. Es más admiración, la sensación de que por mucho que lo intentes no vas a llegar, de que vas a seguir intentándolo porque eres así de masoca y de cabezón, y la certeza de que aun te queda mucho sufrimiento.

Es eso, el sufrimiento. Porque cuando quieres algo con todas tus fuerzas no te queda más remedio que sufrir.

(Y puede parecer que estoy obsesionado con publicar, o algo parecido, pero no es así. No voy a negar que no me importe, pero eso ha sido a posteriori, cuando tomé la decisión. Y tomé la decisión porque la obra en un cajón me parecía que estaba a medias, que no cumplía con su labor, me frustraba, el fin de escribir es que te lean, pues bien, sentía que no había cumplido ese fin. Supongo que es cuestión de tiempo, que dentro de equis meses, años, semanas, no sé qué, pasará algo, bueno o malo, y decidiré en consecuencia, pero mientras tanto, me cago en las consecuencias de la decisión que tomé hace un año. Y no pienso limpiarme el culo. Ea)

20 comentarios:

leo dijo...

Viva la catarsis. Y los peldaños jodidos en la escalera que más adelante, seguro, nos habrán servido de entrenamiento.
Esto es una carrera de fondo, Fer.
Y tú vales muuuuuuucho. Sé lo que digo ;)
No aplacarán nuestras ganas de escribir. Ni nuestra forma de mirar el mundo.
Un abrazo enorme.

El Desván de las letras dijo...

Vaya, aunque lo hayas titulado de drama, la entrada de hoy me ha gustado especialmente.
Y es que se te podría nombrar perfectamente como líder (a modo sindicalista) y portavoz de toda esa maraña de pensamientos universales que pasan por la mente de muchos, entre los que nos incluímos. Muchos nos lo guardamos (como mi caso), pero tú lo expones con visceralidad. Me sumo a tus pensamientos de hoy, pues.
De todas formas, por lo poco que te leí, siempre vi algo positivo en tu camino, y es que no has dejado de escribir y de preocuparte por ello.
En mi caso, tampoco he dejado de hacerlo. Lo que sí puedo recomendarte, como pasatiempo extra mientras concluye ese eterno tránsito entre el escribir "fin" a una novela y publicarla, es que trabajes en ella de manera ajena al mundo "laboral". Vamos, como si las editoriales nunca hubieran existido.
Puedes maquetar tu obra, imprimirla en alguna imprenta rápida, gastarte un poco de pasta y hacer una encuadernación chula. Puedes pensar en portadas, ilustraciones...y cuando todo se agote, pensar en la siguiente.
Al menos, así lo hago yo; es más, hasta inventé un nombre editorial ficticio y lo puse en la tapa de mis libros.
Mientras aprendes de eso, terminas por acostumbrarte más al proceso, para al final, o eso espero, dejar de sentirte una especie de intruso (eso me ha parecido entender, o al menos, así me siento yo también...es un constante: ¿pero qué haces Curro? una cosa es que escribas sin parar y otra que intentes eso...).
Si no toleras la incertidumbre...quizá sería mejor que no te regalaras tiempo para pensar en ella. Además, eso significa que estás en el último paso para publicar: el estadio de no hacer nada.

Suerte (para soportar la demora, que publicar, se termina publicando).

Aldery dijo...

Ay, Fer, tú y yo sabemos que estos momentos (los dramáticos, los que no molan tanto) acaban por llegar antes o después. Y luego pasan y vuelta a empezar. Así es como las cosas siguen naturalmente.

Yo te entiendo perfectamente porque en muchos aspectos soy como tú (y me he visto tan, tan reflejada en algunas frases, joé). Pero, como dices en el título, mañana se pasa. Y luego vendrán momentos con menos incertidumbre, con mayores alegrías, con respuestas en lugar de silencio.

Y entonces todo volverá a molar pero por dios, Fer, POR FAVOR, ni se te ocurra tirarte piedras por haber sacado CarPa del cajón. Ojalá muchos tuviéramos las narices para saborear ese masoquismo del que hablas, así que no quiero volver a leer semejantes frases de tu puño y letra, eh?

Tiene narices que venga a comentarte precisamente hoy, precisamente ahora. Pero sé que tú habrías hecho lo mismo si fuera al revés :P Guapo! :**********

ps.- he sabido de quién hablabas sin saber que había quedado finalista, porque yo ya no leo ese blog... me he quedado un poco de piedra, quizá por lo que tu dices: esa cercanía extraña y no deseada. Vaya tela.

Anónimo dijo...

Mensaje en tu correo. ¡Ahora!

Ruth dijo...

Si volvieras atrás, volverías a hacerlo aún a sabiendas de lo mal que lo ibas a pasar, seguro. Ese tipo de obsesiones -obsesiones de las buenas, de las de lograr algo con tu propio esfuerzo, no las de perseguir a una persona y cargarse la mascota de su hija, vamos- son las que nos dan la vida, Fernando, dónde estaríamos si no fuera por esas metas y ese querer llegar.
Como tú dices, mañana se te pasa, y mañana te darás cuenta de que prefieres pasarlo mal con un tema que te apasiona a tener una vida tranquila como una balsa e igualmente aburrida.
Mi recomendación: sigue escribiendo y no le des más vueltas. Un día leí que el objetivo de un escritor debe ser escribir; publicar es sólo un agradable accidente que les ocurre a algunos.
¡Ánimo!

Fernando Alcalá dijo...

Bueno, para empezar gracias a todos por los comentarios. No os preocupéis porque solo es una pataleta, que a todos nos dan de vez en cuando.

leo, gracias por tus palabras. Tienes mucha razón en que las ganas no se aplacarán. De hecho, me he puesto a trabajar en ciertas cosillas esta mañana (que es mi día bueno en el insti). Así que, sigo con un poquito de pataleta, porque no somos superman, pero mucho más contento.

Curro, cuidado al elegirme líder de nada, que yo grito mucho (a la fuerza ahorcan, intenta dar clase a 20 de primero de la ESO) y luego dicen que perro ladrador poco mordedor. Me gusta mucho tu idea. Voy a ver qué tal sale ;)

Ald, ¿qué te voy a decir aparte de que te quiero y que sé que sabes lo que siento, mapachín?

anónima-Cos, gracias por tu mail.

Ruth, tienes absolutamente toda la razón. De hecho, esa es una de las razones por las que escribo. Y no te preocupes, si lo de publicar (a pesar de que lo considere importante desde que me he decidido a dar el paso) sé que es algo secundario. Lo que realmente disfruto es en escribir. Lo otro, aunque una especie de placer colateral, sé que viene después y no a todos, pero también hay que currárselo.

Gracias de nuevo!

Carmen Fernández Etreros dijo...

Hola Fernando:

Lo primero es que me encanta que seas tan sincero. Pocos bloggers dejan al aire tantos sentimientos.

Lo segundo que sigas escribiendo y que te olvides de todo lo demás. Los premios no son nada más que pequeños peldaños, pero nada más, y a veces incluso te pueden alejar de tus objetivos y de la escritura.

Un besote fuerte,

carmen dijo...

Mira Fernando. Así llevaba yo casi ocho años. Devoluciones y más devoluciones. Algunas amistosas; siga intentándolo, otras nefastas; no entra dentro de nuestro proyecto editorial. Pero yo seguía y seguía. Por masoquismo, por cabezonería, por...Yo qué sé. Y saltó la liebre. ¿Sabes por qué? por algo tan sencillo como el aburrimiento. El editor se aburría en una reunión y alzó la mano, cogió un texto al azar y se enganchó. Era el mío. ¿Crees en el destino? Si lo llegan a leer lectores de la editorial, mi destino continuaría siendo enviar y enviar sin sosiego.
Y es que tenemos la virtud de estropear los regalos que nos aporta la vida. Nos regala la capacidad de escribir, de aislarnos, de encontrar algo que nos salva de la rutina y del dolor. ¿Y sabes qué hacemos con eso? nos lo cargamos por el asqueroso deseo de llegar, de publicar, de ser reconocidos. No está mal el deseo, siempre que no logre ensuciar el regalo, porque si se distorsiona, ni es regalo ni sirve más que para jorobarnos.
Manudo discurso.
No lo dejes, anda. Pero sobre todo no dejes de escribir.Tienes mucho tiempo, y cuanto mejor sea la obra más camino ganado tendrás. Recuerda que lo dificil no es publicar la primera obra sino continuar publicando después de la primera. Eso sí es tela.

Fernando Alcalá dijo...

Muchas gracias a las Cármenes por sus comentarios.

No te preocupes, Carmen Fernández Etreros (mira -o mejor, escucha- que suena sonoro), que puedo frustrarme con estas cosas de vez en cuando, pero la mejor manera de superar mis frustraciones es escribiendo. Y no tienes que agradecerme la sinceridad, no tendría mucho sentido este blog si no lo fuera, ¿no? Otra cosa es que os lo cuente todo todito todo...

y Carmen, si tienes toda la razón. Y lo sé. Pero es que un día te da la pataleta y si no la sueltas pues se queda ahí, como enquistada, y mejor soltarla y que se olvide a que se nos quede. Muchas gracias por el discuro. Siempre se agradecen.

Enrique Páez dijo...

No les hagas caso: escribe.
No te hagas caso: escribe.
No me hagas caso: escribe.
Te vendrán a buscar.

Fernando Alcalá dijo...

Muchas gracias, Enrique, estoy siguiendo vuestros consejos. De todos modos, sale de forma natural.

Esaque dijo...

Hola Fernando, yo también llevo un tiempo leyendo a la misma autora de la que hablas en tu post, de hecho, llego a través de su blog al tuyo y creo que lo hice porque ya me llamó la atención la sinceridad de tu comentario y por otro lado, me ha gustado leer otra visión de la misma realidad. Si te sirve de consuelo yo también "me ví las caras" con ella en un concurso de publicidad hace un par de años que, por supuesto, ganó ella ;) Y si te puede servir un poquito más, luego pasó que en otra modalidad del mismo concurso ganamos mi compañero y yo...Nunca se sabe cuánto estará la suerte de tu lado, pero lo que está claro es que no hay que dejar de dar pequeños saltos hasta que la alcances. Mucho ánimo y enhorabuena por tu autenticidad.

Emilio dijo...

Yo también creía que todo se resolvía con publicar.
Entonces me publicaron y ya no he vuelto a tener nada resuelto, desde entonces.

Haz de cada frase que teclees un objetivo en sí mismo. Haz que cada frase te lleve hasta otra frase mejor. Pon una palabra después de otra y construye una puta ciudad de letras, construye una ciudad con su gente, con sus historias, construye una ciudad con sus sitios. Construye novelas, ciudades de palabras.

Tú no quieres publicar. No quieres tener un blog. No quieres hablar conmigo. No quieres hincharte a follar porque tu libro sea la hostia en patinete. Tú lo que quieres es que tu ciudad de letras sea la mejor de todas, porque eso es lo que queremos los que todavía escribimos.

Así que déjate de hostias. Y escribe. Que a eso has venido.

Fernando Alcalá dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Esaque, juraría que te he leído en otros blogs y que frecuentamos los mismos, pero ahora no te ubico, pero ya te encontraré ;)

Emilio, voy a imprimirme lo que has dicho de la Ciudad de letras y me lo voy a tatuar o algo así. Precioso y rotundo. Como tiene que ser. Gracias.

Tawaki dijo...

En mi modesta opinión, alguien que escribe así obtendrá el reconocimiento que merece antes o después.

Las decsisones más difíciles son también las que más dividendos reportan, y no sería la primera vez que un aparente "error" se convierta en la clave del éxito.

A mí, al menos, sin saber muchas veces con qué adjetivos describirlo, me gusta lo que escribes.

Mucho ánimo y un abrazo.

Carla Navarro dijo...

Creo que un día como este, tiene que llegar. Es, incluso, necesario. Te lo aseguro... sino, no te apasionaría ni escribir, ni publicar, ni nada... y eso, si que es triste. Sí, cuesta mucho meterse en ese mundo; es cerrado ¡¡mucho!! y si me permiter decirlo elitista. Pero sigue ahí, porque siempre hay un pequeño hueco por el que te puedes meter. No hay que mirar el resultado de una devolución, o de dos, o de tres... mira un poco más allá. No decaigas, te digan lo que te digan. Y sobre todo, el día que lo necesites: húndete. Hasta abajo. Refrótate en el barro cuanto tiempo necesitesy llora. Y... todo lo que quieras. Pero al día siguiente, vuelve a sentarte. No te caigas. Escribe. Vuelve a mandar la novela.. y piensa más allá. Porque aunque no te lo creas, los sueños muchas veces se consiguen. :)
Un beso y ánimo.
Carla

Fernando Alcalá dijo...

Gracias mil, Tawaki, por tus visitas, por tus palabras. Por la seguridad que aportas.

Y, Carla (siempre me ha gustado este nombre), tienes toda la razón, cortarse las alas nunca es bueno, y no hay nada como ser consciente de las necesidades de cada uno. Gracias por los consejos.

Carla Navarro dijo...

Fernando, no son consejos... es con lo que convivo yo todos los días ;)

Un saludo

elita dijo...

Pero Fer, frenaaaaaa!! Piensa en lo … que son los que manejan el cotarro; no te dejes vencer por ellos y sigue luchando. Ésa debe ser tu victoria.
Ánimos!
Pd. Me encantan tus “batallitas”
Un besito.

Fernando Alcalá dijo...

Entonces, tanto mejor, Carla, la experiencia de los demás vale mucho más que un consejo.

Muchas gracias por tus ánimos, Elita, si precisamente vomité aquí las frustraciones para que me echarais el freno y yo pudiera seguir a mi ritmo tan campante. Un besote!