martes, 15 de abril de 2008

Ganas

Hoy me he levantado con ganas de escribir. No es una sensación fácil de reconocer. No. Un momento. Me corrijo. No era una sensación fácil de reconocer hasta que la reconocí por primera vez, claro. Normalmente le echo la culpa al desayuno. Cuando desayuno y duermo bien, se conjugan los astros de tal manera que me sube desde el estómago una suerte de calor optimista que hace que me den ganas de saltar y gritar y de reírme. No. No lo estoy haciendo ahora. Estoy en clase, gracias. ¿Mis alumnos? Mis alumnos llevan tres semanas conjugando verbos regulares. Ya se los saben. Al principio les parecía una tortura, pero ahora, como les van saliendo, les encanta hacerlos. Ya no tengo ni que poner ejemplos en la pizarra. En fin, el trabajo, lo que inspira.

Llevo dos semanas pasándomelo teta en el instituto. No me voy a quejar de horario, la verdad. Sobre todo hoy, los martes, en los que viene la lectora a dar clase y me quita cuatro de cinco (yo me ofrecí amablemente a estar con ella dentro del aula, preo prefiere que yo esté cerca, pero fuera. Por mí estupendo, oiga) y tengo simplemente que estar en el centro.

Me encanta tener esas cuatro horas para mí, como si estuviera encadenado a un sitio, para hacer lo que me da la gana. Estas dos últimas semanas las he utilizado para investigar todo lo investigable (de cómo he pasado de documentarme acerca de rumorología a las mareas lunares y a los agujeros negros y, de pronto, todo ha cobrado sentido en mi cabeza, no tengo ni idea). Hoy no. Por hoy ya he investigado bastante. De hecho, la novela está preparada para ser comenzada en junio. El quince, exactamente, fecha que Adhara y yo nos hemos propuesto para nuestro particular NaNo de verano. Igual que el año pasado.

Hoy voy a escribir (bueno, de alguna manera ya lo estoy haciendo ahora).

Todavía recuerdo cuando escribía CarPa. El hecho de escribir seguía pareciéndome algo extraño, algo para lo que necesitaba la ambientación perfecta, el momento perfecto, el estado anímico perfecto. No escribía si no se conjugaban los astros a mi favor y no estaba en el lugar adecuado.

Vamos, hablando en plata: no escribía.

Es increíble como a base de ir haciéndolo poco a poco, de ir necesitándolo mucho a mucho, esa actividad se ha ido apropiando de mi vida y ahora me parece lo más fácil, lo más natural del mundo (ponerme a hacerlo, no me miréis mal. Que hacerlo no lo es tanto). Puedo hacerlo casi en cualquier sitio (nota: releer esta frase me ha dado la risa tonta porque mi mente es muy calenturienta) siempre que sea capaz de evadirme. Y, señoras y señores, tenéis delante a la persona que, cuando se mete en algo, cuando se concentra, ya le podéis hablar, que ni os escucha.

Así que está a punto de tocar el timbre y comienzan mis cuatro horas libres de verdad.

Tengo un cuento que terminar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Una se alegra de leerte así. Cómete el mundo, Fer, que los martes están para eso (yo soy yo y mis decisiones aleatorias sobre el horario semanal, ajem).

(¡Nos vamos a conocer!)

leo dijo...

Ay, Fer, de verdad que estoy preocupadísima: esta "gemelidad" astral (o no) se confirrrrrrma en cada entrada que escribesssssss. ¿Cuántos hermanitos/as más tendremosssssss?
Es curioso la fácil que se vuelve escribir de repente, lo natural, como tú dices. Con lo que cuesta todo al principio. Con lo poco que se escribe entonces (y lo demasiado que se come uno el tarro con dudas).
Hale, pues: a escribir, maestro.
Un besotee.

Ruth dijo...

¿Me aceptáis en la familia? Coincido cien por cien.
Yo he conseguido estas últimas semanas una especie de rutina, que no me da mucho tiempo pero es más que nada, que es lo que escribía antes.
(Me voy a por los monstruos. Yo no tengo tantas horas libres, je, je.)

Fernando Alcalá dijo...

Cos, si tú dices que los martes están para eso, yo contigo hasta el fin del mundo. Por cierto, ¿qué opinas de los miércoles? Es que hoy es uno de ellos y seguramente el plan que tú me propongas sea mucho mejor que el que tengo delante.

Jo, Leo, la verdad es que deberíamos hacérnoslo mirar o algo así, o ir al diario de Patricia o a algún sitio donde nos dieran dinero. Otros hacen mucho menos y cobran millonadas ;)

Nuestra familia está abierta a todo el que quiera formar parte de ella, Ruth, no somos excluyentes. El único requisito es el millón de euros por adelantado. Libertad de entrada, que lo llamamos.

Y no te preocupes por la longitud de esa rutina. Antes de que te des cuenta, los minutos se habrán extendido y esa rutina será mucho más larga.

Anónimo dijo...

Qué suerte: mis martes son siete horas seguidas de clase; en cuatro me aburro como una ostra y ni siquiera puedo ponerme a escribir, so pena de bronca.

Tú no estás encadenado, hombre: puedes hacer cosas interesantes en esas horas, disponer de ellas casi libremente... :D

ROSA ALIAGA dijo...

me han encantado tus cuentos para leer al atardecer, mucho.

Fernando Alcalá dijo...

Muchas gracias por leerlos, triulceunlugar. A mí también me han encantado tus textos.

Haldar dijo...

Escribir? Me encanta, pero mas me encantaria poder hacerlo mas a menudo, entre el trabajo en la ofi y las clases y los alumnos y los amigos y los compromisos, debo escaparme a veces de todo eso para poder escribir...Cuando lo logro, es super reconfortante...

Abrazos

Tawaki dijo...

La verdad es que cualquiera que lea sólo el último párrafo puede llevarse una idea equivocada.

Aprovecha esas cuatro horas - creo que ya lo estás haciendo - que la vida es muy corta.

Un abrazo.

Fernando Alcalá dijo...

Ay, Haldar, eso que comentas solo tiene una solución: ponerte a pesar de todo. Estoy seguro de que si te apasiona, encontrarás tiempo, porque lo hay, aunque sea media hora.

¿Equivocada, Tawaki? orgasmos más raros se han visto :P