sábado, 5 de abril de 2008

Después de la tempestad, pues viene la calma. ¿Qué si no?

Algo dolorido por las collejas virtuales traducidas en comentarios por la última entrada, Fer sale al escenario y saluda (los aplausos le ponen, así que ya sabéis). Le crujen los huesos. No es de extrañar. Ha recibido golpes. Pero de los buenos.

La verdad es que os tengo que decir que, tal y como os anunciaba en el título, el drama se me pasó al día siguiente. No sé qué tiene acostarse, dormir y despertarse, pero siempre me ha pasado que después de una noche, todo parece volver a su cauce y el Everest del día anterior se convierte en un mero granito en el culo que es molesto, sí, pero para el que tienes las armas necesarias. Que como muy bien decíais, para este ejemplar perteneciente al Himalaya debido al nivel de dramatismo de mis palabras, no era más que hacer lo que más me gusta hacer.

Además, que me salió de forma natural. En estos días escribí un cuento para el que llevaba casi un año atascado, corregí un par de cosas, pasé a limpio lo que escribí de Equilátero en Escocia (también me cagué en mis propios muertos porque no tenía ni idea de qué había escrito, mi letra en un avió resultó ser de lo más molesta e ininteligible. Así que más que pasar a limpio, reescribí fiándome de mi intuición. Porque esa es otra, se me había olvidado completamente qué quería decir cuando escribí lo que escribí, y eso que recuerdo perfectamente la sensación de excitación porque estaba inspirado y en el avión, ese receptáculo pequeño lleno de gente que pasa de ti y en el que estás un tiempo exacto, ni más ni menos, me entró un subidón de adrenalina que tuve que traducir en palabras, porque encajaba con la escena), hice un capítulo más (no, no os alegréis tanto, que los capítulos de la segunda parte, como quiero que parezcan a tiempo real, solo tienen una o dos páginas) y organicé lo que quiero hacer a partir de ahora.

Y eso sí que me dio adrenalina.

Me gusta el verano. Sí, soy una de esas personas extrañas a las que el verano no le recuerda a sábanas pegajosas y síndrome apático. No, a mí me recuerda a tardes enormes, a terracitas, a tinto de verano, a Tiempo con mayúsculas y a libertad. El verano me recuerda a mi infancia, a horas interminables de juegos diferentes, a mis primos, al pueblo de mis padres (en todo eso se basa Tormenta de verano, por cierto) y no es de extrañar que, siempre, en verano, lo que me apetezca es escribir algo infantil o juvenil. Tormenta surgió de la nada y acabé escribiéndolo en esos dos meses.

Como ya os he contado, la crisis del año pasado se resolvió a través de escribirla. Soy una persona dormilona. Bueno, no mucho, como dirían en una película que ya no me acuerdo: lo normal. Me gusta dormir, pero me gusta madrugar. Y recuerdo que cuando estaba escribiendo CarPa me despertaba sobresaltado, miraba el reloj y me levantaba temprano (bueno, a ver qué es temprano para vosotros, para mí, temprano es las nueve de la mañana de un sábado o de un día de vacaciones) para escribir. Esa sensación, la de un buen desayuno, un café cargado y la mañana entera, el tiempo por completo, en mis manos, para mí, para hacer lo que quería no tenía precio. Como comprado con la Master Card, vamos.

Pues eso me pasó el verano pasado. De pronto, con Tormenta, encontré la motivación para levantarme. Ese hormigueo en la planta de los pies, el cosquilleo en el estómago, esa sensación que hace que abras los ojos de golpe y digas: "tengo que levantarme" reprimiendo una carcajada de excitación.

Y el verano se acerca.

He encontrado una nueva motivación.

*Caution: (hot and sexy) Man at work*

(Postdata: Muchas, muchas gracias por vuestros comentarios, emails, visitas, empatía y catarsis varias. Si al día siguiente la montaña pareció un granito fue en gran parte por ellos. Y por las collejas virtuales, por supuesto. Si en el fondo, cuando digo que soy un masoca, lo digo con todas las letras. Supongo que fue por vuestras collejas por las que vomité la entrada y me quedé más ancho que Pancho. No dudéis en dármelas cuando creáis que las necesite porque realmente las necesitaré)

12 comentarios:

Unknown dijo...

Qué alegría que alguien sepa utilizar los veranos para cosas así de productivas :*************

Para mí los veranos suelen significar de todo: desde mieeeeeerrrrda encima de mierrrrda hasta Lo Mejor Ever (véase el verano pasado ;)), hasta bomba de relojería.

Anyway, lo mejor es que se te haya pasado, hermoso. No pares, no le hagas eso a los lectores que siguen esperando cosas buenas ;)

Ruth dijo...

Uy, con lo bien que reparto yo collejas... Puños americanos, me dijeron que se llamaban el otro día, porque las doy con anillos (por accidente, conste). Te vas a arrepentir...
A mí también me encanta madrugar los días de fiesta. Son los días que más apetece, porque tienes todo el día para hacer sólo lo que a ti te gusta. Un desperdicio pasarlo en la cama, vamos.

Diego Flannery dijo...

(...)muchas veces necesitamos algún sacudón, alguna rabieta como tú le llamas, para volver a posicionarnos en nuestra historia. Mantener las opciones abiertas y permitirnos disentir con nosotros mismos y con el mundo. Que la incertidumbre tenga un pequeño espacio es bueno, cuando la tenemos como una práctica de limpieza y selección.

Gracias por pasar por el diván y gracias por tu apreciación y tu comentario. Doble valor, viniendo de quién viene. Un link a tu blog ya está habilitado.

Abrazo desde Argentina
Diego

Anónimo dijo...

:*************

Fernando Alcalá dijo...

Deira, ante la referencia al verano pasado solo puedo producir un suspiro de satisfacción. Te ailoviu!

Ruth, lo único que te pido es que avises con una cuenta atrás antes de darme la colleja para que vaya preparándome.

Diego, gracias a ti igualmente. Nos leemos!

Anónimo besucón, espero que esos besos que me das sean con lengua. Gracias.

Anónimo dijo...

Por supuesto, opino exactamente lo mismo que tú de los veranos :D (hasta en lo que se considera madrugar).

Y no sabes ahora qué subidón que tengo tiempo, y días más largos, y casa cómoda (estoy en casa, weee).

También, confirmas la sabiduría popular: consulta con la almohada.

Tawaki dijo...

Cuando necesites otra puedes volver a por más, que son gratis.

Un abrazo.

leo dijo...

No hay como estar abierto a los propios ciclos. ¿Y qué más dá que sea primavera si tú estás en pleno verano?
Reconozco esa sensación al despertar, esa excitación, esa especial motivación para dejar las sábanas y ponerse manos a la obra. A pesar de que se sufre, de la inseguridad, de las eternas dudas, todo merece la pena por esos momentos de adrenalina y letras, ¿verdad?
Hoy toca abrazo en lugar de colleja.

Fernando Alcalá dijo...

Anetxu, lo estaba pensando cuando lo escribí. Consultarlo con la almohada, si es que somos tópicos andantes...

¡Qué bien, collejas gratis, Tawaki, la mía de fresa con maracuyá, por favor!

Adrenalina y letras, Leo. ¡Qué bonito! Otro abrazo para ti, que por lo que he leído en tu blog hoy es un día grande.

carmen dijo...

Cómo me alegro de que se te haya pasado la frustración.
Así son los estados de ánimo. Tan solo hay que descansar bajo una sombra para coger fuerzas.
Pero no lo olvides, la lucha continua. No hay rendición.
Ánimo, y a seguir veraneando otro poco.

Anónimo dijo...

De vez en cuando está bien sentirse frustrado; compensa los achaques de vanidad..

Fernando Alcalá dijo...

Gracias, carmen, haré mías tus palabras. Pero no me acuses de plagio, eh? :) Un beso!

Tienes toda la razón, Jordi, aunque no soy mucho yo de dichos y esas cosas, creo que sí que es cierto que hay veces en las que "lo del medio y la virtud" (o como se diga) es necesario. No pasarse ni para un lado ni para el otro. Por la propia salud mental, más que nada. Gracias por la visita!