lunes, 19 de abril de 2010

Yo ya no me callo

No sé si lo habéis leído, o si yo simplemente he escuchado campanas sin saber de dónde provienen, pero me alucinan los últimos comentarios que se han vertido, entre otros, desde el Ministerio de Igualdad acerca de lo que pueden significar los cuentos populares dentro del sistema educativo actual, o hablando en plata, del papel que pueden jugar en nuestra sociedad.

En resumen, lo que plantean es lo de siempre: ricemos el rizo, busquemos un titular y digamos que los cuentos están llenos de estereotipos sobre las mujeres y los hombres, que las mujeres presentan un papel pasivo, que las niñas no pueden leer eso porque van a tomar esos roles y los niños tampoco, porque en su maldad congénita, van a tomar esos cuentos como modelo y van a volver a tiranizar al género femenino (hola, Ministerio, el género es una característica gramatical. Los seres vivos tenemos SEXO!) y, como las mujeres son tontas del culo y en cuanto ven un vestidito precioso y una corona, se vuelven idiotas, dejarán que el hombre vuelva a someterlas.

¡Prohibamos los cuentos, por favor! ¡Son peligrosos!

No estamos en una sociedad tan naïve e inocente como la que nos quieren hacer creer. Porque si algo han ido perdiendo los niños con el paso de los años, precisamente es la inocencia, que no es más que el resultado de los avances en comunicación. Cuanto más saben, menos inocentes serán. No es un problema ni una dificultad. Es simplemente una ley natural: el conocimiento llama al conocimiento y cuanto más sabe uno más preguntas se hace y más suspicacias le surgen.

Es nuestra tarea como docentes, escritores, bomberos o legisladores... en fin, como adultos, darles las herramientas adecuadas para interpetar correctamente esa realidad que nunca será perfecta ni políticamente correcta y que, en muchas ocasiones, irá en contra de nuestro credo, del suyo o del de Antoñita la Fantástica (prima hermana de Bibiana Aído, a quien cada día soporto menos pese a quien pese). Habrá que enseñarles a reconocer eso que les chirría, o que no les chirría, pero habrá que enseñarles, simplemente, a leer.

Porque los alumnos de hoy en día se piensan que leer es simplemente unir letras y formar palabras. Y no solo los alumnos, también los legisladores y esos señores tan amables que ahora hablan por todos lados de "competencias básicas" sin tener muy claro ni qué es básico ni qué es un colegio o un instituto o una clase ni lo que se hace en ellas ni lo que se debe hacer en casa, en la calle, en el cine o en el cuarto de baño.

Si les enseñamos a leer correctamente, nos evitaremos muchos problemas. Uno de ellos es este. Claro, que a lo mejor hay ciertas ministras, políticos, legisladores e incompetentes que deberían aprender a leer primero, a interpretar la realidad primero y a no prohibir todo lo que no está de acuerdo con lo que ellos piensan.

Porque esa es la realidad: lo bueno, lo malo y lo peor.

En fin, no sé en qué sociedad viven, pero en la sociedad donde yo vivo, las niñas no son tontas ni se vuelven idiotas al ver a la cenincienta fregando el suelo, los niños son muy conscientes de la superioridad intelectual que suelen presentar las chicas durante la época de escolarización.

Las niñas quieren ser veterinarias, enfermeras, escritoras, cantantes, modelos, profesoras, ingenieras, informáticas y también amas de casa. Los niños quieren ser futbolistas, escritores, modelos, conductores, cantantes, actores, ingenieros, informáticos, veterinarios y Fernando Alonso.

Hoy en día, afortunadamente, cada uno puede ser quien quiera ser. Y si quieres ser ama de casa, modelo, cantante o estrella del árbol de navidad, tendremos que educar en que es posible que lo seas solo si lo intentas (ergo, bienvenida capacidad de esfuerzo y concentración, tan denostada hoy en día).

Hay que enseñar a leer, porque si sabes leer de verdad, serás crítico, y si eres crítico, sabrás expresar tu opinión y si sabes expresar tu opinión (y lo que es más importante, tenerla, pero una opinión tuya, formada a ravés de tus propios mecanismos mentales, n impuesta por alguien ajeno a ti), sabrás elegir.

En definitiva, hay que educar en la libertad de expresión, sí, pero sobre todo, en la libertad de ELECCIÓN, sea la que sea.

Pero, por eso, para que esas elecciones no sean erróneas, debemos darles a los niños y adolescentes las herramientas necesarias para que no las tomen. Y esas herramientas, precisamente, no pasan por decirles qué pueden o no pueden leer: tienen que leerlo todo. Incluso lo que no les gusta. Incluso lo que no nos gusta a nosotros.

Pueden ser lo que quieran.

Afortunadamente.

Aunque a nosotros no nos guste.

15 comentarios:

Adarae dijo...

El problema es que un niño con 3 años no tiene capacidad, aún, para filtrar. Y hay cuentos chulisimos con muchos menos estereotipos perniciosos que la cenicienta. Cuando llegan a ti los roles estan establecidos, pero si quieres un día que mi madre te explique las cosas que ella se encuentra en preescolar.

Yo tambien creo que las faminazis son unas exageradas, pero mientras en un colegio decirle a alguien niña sea un insulto es que algo hacemos mal. Y los cuentos que usamos para educar son del 18 o 19, asi que actualizarnos un poco tampoco duele. Mirate un cuento llamado Rosa Caramelo y veras como entiendes la programacion a la que nos vemos sometidas las mujeres desde el dia en que nacemos y ya nos marcan para el resto de nuestra vida poniendonos pendientes.

Fernando Alcalá dijo...

Es que no estoy diciendo que se filtre, adarae, estoy diciendo que se enseñe. Filtrar es no mostrar, velar. Y no creo que ese sea el camino. Cuanto más críticos hagamos a los niños, más educados estarán. Y la crítica pasa por darles y mostrarles todo aquello que puede hacerles daño pero con una guía (que somos nosotros) para que sepan discernir.

leo dijo...

Ahora hay niños que también quisieran ser amas de casa.
Y a mí me encantaría ser Fernando Alonso un rato.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Hay que enseñar, educar, antes que censurar e imponer filtros y sistemas de referencia establecidos.
Un beso.

Esther dijo...

Estoy de acuerdo con vos, Fer. La cuestión pasa por desarrollar el espíritu crítico, esa es la verdadera tarea.

"Pegarle" a los cuentos infantiles no tiene nada de creativo o original, ni tampoco revela grandes ideas; hace rato que son discutidos por diversos motivos. Como integrante del sexo femenino, me gustaría que los políticos hicieran gala de mayor intelecto a la hora defender la posición de las mujeres en la sociedad, y plantearan estrategias de real peso; y por cierto, que no ingresaran en prohibiciones de esa naturaleza. Si te ponés a pensar... No hay justificativo alguno para arremeter contra estos cuentos y no hacerlo contra el cine y la televisión,Homero (no Simpson, el de verdad),la Biblia o la Historia. ¿O acaso la historia de Cenicienta es peor que la de Caín y Abel?
Es cierto que no vivo en España, y seguramente existen miles de matices que se me escapan; pero estas cosas, inevitablemente, me hacen pensar en que se están tirando palos a ciegas, sin un proyecto sólido detrás; y no es así que se modificará el imaginario colectivo.

Abrazos,
Esther

Ardid dijo...

Mi cara se quedó igual de perpleja cuando la noticia fue difundida en los telediarios. Debemos asumir que se trata de una literatura donde se reflejaba la sociedad de aquel momento. Nada tiene que ver con la actualidad que vivimos. Deberíamos ampliar nuestros horizontes en literatura infantil, donde seguramente (estoy perdida en esta sección) habrá cuentos que son el reflejo de la sociedad actual. Pero me parece una pérdida de energía discutir los roles de tal y cual cuento. Son reflejo de un momento concreto y un referente en la literatura. No podemos, ni deberíamos, intentar borrar nuestros orígenes. Debemos ser conscientes de que no siempre tuvimos la libertad de la que disfrutamos en la sociedad actual y las niñas deben conocer el pasado para valorar lo que se ha conseguido hasta hoy, gracias al esfuerzo de muchas mujeres.

@pauladepaulalimon dijo...

Fer... estás bien?? te noto un "pelín" alterado, jaja pero llevas toda la razón, como casi siempre! Me alegro de volverte a leer a ti por alguna parte! besos a montones. Pau.

Maripaz dijo...

El problema es que se empeñan en no dejarnos evolucionar como sociedad de forma natural, porque eso requiere un tiempo que les impide ponerse la medalla antes de morir y luego, con las prisas, hacen ridiculeces de estas. Menos mal que en los centros educativos hay "Fernandos", porque si hubiese políticos entonces sí la llevaríamos clara. De todas formas, prohibir libros tampoco es tan malo, la historia demuestra que fomenta la lectura.

GloriaTDauden dijo...

No sé exactamente que se pretende hacer con los cuentos y es posible que no esté del todo de acuerdo, pero quiero explicarte el tema del "Gender/Género" porque yo estudié "la teoría de género" en la carrera, de hecho tengo matrícula de honor en "Género y publicidad" XD y es un campo que me interesa muchísimo.
El caso es que los humanos somos seres sociales y construimos a base de ideas, estereotipos...
El sexo es algo real que viene de tener unos u otros cromosomas, el género no. El género es una construcción social. Esa es la diferencia. Ahí entra lo que las normas de una determinada sociedad dicta a cada uno según su sexo, los roles y actitudes que se consideran "adecuadas" en cada sociedad. Y eso es lo que se busca romper para que cada uno sea libre de ser como quiera sin que le venga determinado.
De verdad es un tema apasionante.

El gato con botes dijo...

Fer, que ideas más revolucionarias tienes.... que la gente aprenda a leer y pensar.... y que sean críticos con todo.... uffff
Así te va a odiar toda la clase política....

El gato con botes dijo...

Ah, y se me olvidaba... todo el que no comprende que no hay nada mejor que ser libre y pensar

Little Miss Scare-All dijo...

Creo que Adarae tiene razón en que, indiscutiblemente, todavía estamos haciendo algo mal, porque, nos guste o no, muchos hombres siguen sin ver a la mujer como a una igual, y creo que habría que trabajar sobre ello. Eso sí, no creo que la forma de trabajar sobre ello sea, como tú dices, filtrar la realidad velándola.

Ahora parece que se ha puesto de moda censurarlo todo y echarle la culpa de los problemas del mundo a cualquier factor, por absurdo que sea, antes que a la educación que reciben los niños de sus mayores. Los cuentos clásicos han estado toda la vida ahí, y no veo ningún problema con ello. ¿Que plantean estereotipos no precisamente maravillosos? Pues sí, es cierto. Pero yo, de pequeña, disfrutaba leyéndolos, por mucho que no estuviese de acuerdo 100% con la realidad que mostraban, por mucho que me pareciese absurdo el papel de las princesas, que únicamente existían para ser maltratadas y denostadas hasta el día en que aparecía un príncipe guapetón para salvarlas.

Me parece que el problema principal es que hoy en día se da por supuesto que ningún niño va a ser capaz de distinguir realidad y ficción. Nos preocupan los estereotipos en los cuentos, la violencia en los videojuegos y cualquier otra cosa, digamos, "no correcta", porque damos por hecho que nadie sabrá dejar todo eso en el lugar que le corresponde: la ficción. Y ya no entro en si eso sucede de verdad o no, pero habría que preguntarse qué clase de educación estamos brindando a los niños para que eso acabe siendo así.

Siempre digo que, de pequeña y adolescente, no me dejé nada "incorrecto" por tocar. Me gustaban los dibujos animados violentos, las pelis violentas y de terror, fui la típica adolescente goth, leía libros que le hubiesen puesto los pelos de punta a cualquier adulto... ¿y qué? En todo momento supe que nada de eso era real, y creo que a día de hoy no soy ninguna psicópata.

En fin, sobre esto hay tanto de lo que hablar...

Fernando Alcalá dijo...

Me congratula que la mayoría de vosotros esté de acuerdo conmigo. Este es uno de esos vómitos que me salen de vez en cuando y que hacen que uno se quede tan pancho después de soltarlos.

Por supuesto que aun queda mucho por hacer, pero hay generaciones con las que, desgraciadamente, es muy difícil hacer entrar en razón.

Por eso hay que centrarse en el presente, en el futuro y, sobre todo, educar en la individualidad. La verdadera igualdad radica en la individualidad. Y esta afirmación requeriría otra entrada para no ser malinterpretado!

Yoids / Jaime dijo...

El problema es que los padres de hoy en día no tienen tiempo para dedicar a sus hijos, ¿y qué es más fácil?
¿Vetarle al niño algo que no te gusta o ayudarle a interpretarlo?

A vetar, a vetar, y al final cuando el niño ve algo a escondidas, que siempre ocurre, oh dios mío!! No sabe interpretarlo!!! Y el padre lo descubre, se lleva las manos a la cabeza, "¡qué malo es todo!", y acaba con MÁS ganas de VETAR VETAR VETAR!!!!!!!!

Una pescadilla que se muerde la cola, cuando lo realmente efectivo es dedicarle tiempo al niño para que sepa leer, como tú bien dices.

Muy buen post Fer!

Anónimo dijo...

A alguien hay que echarle la culpa. Todas las cosas malas tienen que ocurrir por culpa de alguien. Luego te quedas un rato viendo Redes y sale el Puncet hablando con un especialista en neurología y de un guantazo se carga todas las "teorías feminismachistas e ideologicopacotilleras". Vamos a cargarnos el siglo XIX y toda su literatura c-o-s-t-u-m-b-r-i-s-t-a. A quemar los cuentos infantiles en los que caperucita no se come al lobo con patatas. Que sí, que lo que hay es mucho tiempo libre. Hay que leer más, salir más a que nos dé el aire y tener claro que no se puede legislar en todo y para todo. Niño no es sinónimo de gilipollas (perdón, o no).
¡Y viva la cenicienta! de la que se puede sacar mucho jugo si eres capaz de quitar toda la paja que no ha tenido tiempo de barrer.
Antonia Romero

ababoll dijo...

Yo recuerdo que la cenicienta me parecía bastante conformista por no perseguir a escobazos a sus hermanastras, y blancanieves tonta de remate por dejarse engañar con la manzana. En cambio, adoraba a Cruela Devil y su magnifico coche (no el hecho de querer matar a los perritos, que no era una niña sádica).
Quizá esos cuentos en mi hicieron el efecto contrario a lo que dicen los educadores, y lo que me mostraron fué el tipo de mujer que NO quería ser.
Demos a los niños y su inteligencia un voto de confianza.