viernes, 23 de enero de 2009

Cuando otros lo dicen mejor que tú

Últimamente me ha dado por la lectura. Acabé tan agotado del NaNoWriMo que, salvo correcciones y modificaciones, lo que es escribir-escribir, no he vuelto a hacerlo desde que terminé. No me viene mal, estaba bastante cansado, pero eso no quita que lo eche de menos y que, a veces, no sepa por qué me siento nostálgico o melancólico o apagado y la única razón sea esa: que no escribo. Pero no os preocupéis, que tengo un plan.

Mientras tanto, el tiempo que antes le robaba a la lectura con la escritura, lo estoy aprovechando bien. También para deprimirme un poco, porque cuando lees algo tan bueno como lo que estoy leyendo ahora, pues, qué queréis que os diga, me da por pensar que a veces no estoy más que jugando a algo que nunca voy a llegar a dominar.

Pero como uno es optimista por naturaleza, pues se consuela pensando que ya llegará algún día a decir lo que quiere decir de manera tan clara como lo hacen los demás. Y es que el libro de Chandler, El simple arte de escribir, puede ser uno de los que más esté subrayando de todos los tiempos. Y Paraiso inhabitado de mi querida Ana María Matute ha hecho que recuerde por qué es mi escritora preferida y que vuelva a sentirme tan identificado con sus palabras como he hecho siempre. Qué envidia, señores. Pero, claro, es de Chandler y de Matute de quien estoy hablando.

Igual que cuando hablo de mi amiga y escritora Pilar Galán, con cuya columna de ayer en el periódico Extremadura no puedo estar más de acuerdo:

Probablemente algunos no tienen ni idea de que al principio la literatura era oral, anónima y pertenecía al pueblo, porque estaba hecha de palabras de pueblo, retazos de cosecha, versos de simiente y ritmo de siega. Y anónima porque mucho más que el autor importaba lo que este decía. No tienen ni idea porque no se han preocupado nunca. El arcipreste de Hita o las jarchas no están de moda y no se escribieron en inglés, mal que les pese. Y tampoco los Cohen van a hacer una película sobre juglares, ya saben, esos señores que se dedicaban a cantar por las aldeas hermosísimos cantares de gesta. No les apetece ponerse al día de esas cosas, para qué. Son propias de académicos, dicen, como si conocer nuestra tradición literaria no fuera obligación de cualquiera, o peor aún, como si ser académico no fuera el sueño de todos los que desprecian la pompa sobre todo si es ajena. Un poco de humildad, hombre. Nadie innova en una corriente que lleva arrastrando palabras hace siglos. Les guste o no, somos gotas en el río inmenso de los que escriben en español. A veces hay que remontar ese río y volver a las fuentes para saber que nuestra tarea consiste en urdir historias para otros, historias que fueron antes orales, anónimas y pertenecían al pueblo. O sea, hablar de literatura adaptándose a quienes te escuchan no es trivializarla, sino devolverla a su origen, a esa época en que el autor no era nadie y el público, todo. Lo importante son las palabras y quien las lee o escucha. Creerse por encima va contra la historia y además es estúpido. Los lectores y el auditorio son lo importante. Y no pueden ser despreciados. Un respeto.

Si es que es un rollo que otros digan las cosas mejor que tú.

Pero, bueno, te indica hacia dónde quieres llegar, que ya es algo.

5 comentarios:

espaiderguoman dijo...

Hola Fertxu! Qué poco te prodigas, jodío...bueno, me pasa lo mismo que a tí. A veces leo algo estupendo, y que lo dice todo mejor que yo, entonces...¿para qué molestarse en escribir nunca?

Entonces mi hermana me regaló Eragon. Gracias sister.

(Lo que quiero decir con esto es que, a mi parecer, siempre que leas algo estupendo, deberías estar también leyendo algo terrible que te haga pensar "¿y a éste le publican? Pues entonces yo también tengo algo que decir al mundo". Y, si te sobra tiempo y la cosa estupenda te deprime demasiado y la cosa horrible te cuesta horrores acabarla, leer a la vez una cosa de tus preferidas. Para quitarte la cargazón).

(Sobre Eragon...joer, que no puedo avanzar, que cada vez que leo una página mi cerebro me chilla "genérico, genérico, GENÉRICOOOOOO).

(Lo que intento leer a la vez ahora es el susodicho, La Gárgola y la Historia Interminable. No tengo ni idea del nivel literario de La Gárgola, lo que sí puedo decir es que me resulta una novela de lo más curiosa).

(Últimos paréntesis: me apunto el libro de Chandler).

Anónimo dijo...

Es genial entrar en el reader y ver un nuevo post :___) A los escritores se les puede dividir de muchos modos, pero "elitistas" y "no elitistas" es mi criba particular xD Al infierno con todos esos delirios de divinidad!

carmen dijo...

Fernando, te entiendo perfectamente porque desde que terminé mi novela, hace mil años, no hago más que destruir folios y más folios. Luego pienso que la escritura es inspiración por lo que no depende de mí. Y mientras llega, me dedico a disfrutar de los que la tienen en ese momento. No idealizo.
Por cierto, me encanta el artículo. Yo creo totalmente en eso. Lo importante es la historia que se cuenta y el lector. Nosotros solo somos meros intermediarios en espera desesperada de ideas. Lo demás es copieteo.
No nos desesperemos, hombre.

Anónimo dijo...

Fer, no recuerdo quién lo dijo, pero yo le hago caso cuando siento algo parecido: "Escribe como si estuvieras muerto y todo el mundo te quisiera"
Un abrazo.
///iguel

Poemas dijo...

Hola Fernando; interesante post. También me pareció entretenido.

Interesante comentario el de Iguel.

Saludos.

Gracias.