sábado, 11 de junio de 2011

Atención: pregunta

Tengo una novela (vestida de azul) que me trae por la calle de la amargura. Y no es una frase hecha. Es, literalmente, lo que me produce cada vez que me planteo retomarla.

Probablemente, de las seis que he escrito, es el trabajo que más me ha costado. Por su profundidad, por las cosas que quiero decir con ella, por sus personajes, complejos, difíciles, diferentes a mí y entre sí... creo que nunca me había enfrentado a algo tan difícil. Y, claro, por eso me amarga, porque no sé si es que no tengo la suficiente experiencia o el talento como para contarla bien. Es raro, porque creo que la solución está ahí, detrás de mi cabeza, en algún sitio al que no puedo acceder y me enerva pensar que no voy a encontrarla nunca o que voy a encontrarla cuando ya sea demasiado tarde.

Evidentemente, estoy hablando de Equilátero.

Creo que no es un problema de estilo, creo que no es un problema de trama (al menos, no ahora que creo saber lo que falla al respecto). No sé qué es pero me aterra pensar que su problema sea la narración porque eso significa no solo tener que planteármela desde el principio, sino plantear toda (absolutamente toda) su estructura narrativa desde el principio. Lo que significaría que entonces la novela no sería Equilátero sino otra.

Ya sabéis la importancia que le doy yo a los cimientos literarios, vaya.

Hace poco me he planteado reorganizarla y creo saber por dónde tienen que ir los tiros. Todavía tengo que hacer un serio trabajo de redacción y de pulido. He tratado de reducirla a su núcleo y de tener cerca de 350 páginas, ahora mismo tiene 180 (con cosas por añadir todavía pero que han cambiado de punto de vista). Y yo tengo un vértigo gigante porque, ahora mismo, no sé por dónde tirar.

Y este es el momento donde entráis vosotros, mis queridos lectores (toma peloteo, más adelante os ofreceré caramelos si el peloteo no os convence. O sexo. Ofrecer sexo siempre logra que consigas todo lo que te propones. Sobre todo si te inventas capacidades amatorias que realmente no tienes... pero, bueno, no vengo yo aquí a desvelar mis trucos de seducción. O, al menos, no ahora, claro) porque la duda me asalta, me corroe, me pudre por dentro. Y no es bueno dejarla ahí porque entonces te envejece la piel y yo, por ahora, soy muy feliz aparentando menos edad de la que tengo (y que se verá aumentada en un año el próximo lunes).

Claro, que como mi meta en la vida es ser un madurito canoso interesante, pues tampoco me importa tanto.

En fin, a lo que voy. Para mí es muy importante la adolescencia en la novela. Y en la vida. No en vano, me gano las habichuelas siendo profesor de secundaria y pervirtiendo mentes para llevarlas por el buen camino. Creo que es la época del Cambio, la época en la que se sientan las bases para todo lo que vendrá después. Quizá no somos conscientes muchas veces pero yo creo que lo que te ocurre durante esa época marca de una manera muy definitiva lo que te ocurrirá en los años venideros.

Y hay una parte fundamental de la novela que transcurre durante la época de adolescencia de los personajes. En principio no es un problema porque todos conocemos novelas "para adultos" que transcurren durante la adolescencia de los protagonistas (El camino de Delibes, Soria Moria de Espido Freire, por poner un par de ejemplos) y no pasa nada.

Sin embargo, mucha gente ve en esto un escollo. Como si el hecho de que durante en el principio de la novela (concretamente, toda su primera parte) uno de los personajes narrara desde su presente rememorando ese pasado (me explico?) la convirtiera inmediatamente en "novela juvenil" solo porque la edad de sus protagonistas es de diecisiete años.

Me exaspera. Me cabrea. Me frustra y me hace darme cabezazos contra la pared que esto ocurra porque mi intención con Equilátero fue, precisamente, escribir algo diferente a lo que había escrito hasta ese momento y alejarme del "público juvenil" (o quizá, mejor expresado, alejarme del para todos los públicos).

(odio estas etiquetas. Para mí, como "escritor" no tienen sentido. Pero imagino que para las editoriales y librerías, sí)

Así que, no sé, según vosotros ¿qué debe tener una novela "adulta" con sus protagonistas pasando por la adolescencia al principio de la misma para que no sea considerada juvenil y sí adulta? El estilo sé que lo tiene, porque no es en absoluto el estilo que yo le doy a mis novelas juveniles o infantiles. Es otro tipo de narración, mucho más sosegada y profunda. Con otro ritmo. El sexo también lo tiene. De hecho, la novela está plagada de erotismo desde la primera hasta la última página. Y otras cosas también. Pero, no sé, necesito caminar sobre seguro y sé que solo vosotros, oh grandes gurús de la literatura, podéis ayudarme.

Y os daré caramelos a cambio.

¡Y sexo!