lunes, 4 de mayo de 2009

Una bocanada de aire con sabor a lágrimas

Yo tenía siete u ocho años, no lo recuerdo bien. Había sido el cumpleaños de mi hermano y le habían regalado dos libros del Barco de vapor de la serie blanca: El Jajilé azul y Kiricosas Quisicosas. Yo los miraba con los ojos entrecerrados cuando estaban encima de la mesa y alargaba la mano para cogerlos de donde estaban arrepintiéndome al instante en que los tocaba.

¡Es que eran de la serie blanca! Que yo ya era de la serie azul, por Alanis, que había leído ya Rabicún.

Pero un día los cogí. Me tragué el orgullo y decidí que tenía que leer uno de aquellos dos libros. Escogí Kiricosas Quisicosas.

No sabría expresar cómo me sentí al leer aquella novelita, pero la historia de aquella niña que quería comprarse una goma de borrar que bostezaba al fondo del cajón y se desperezaba me encantó. Yo quería también una goma como esa.

Sin embargo, ahí no quedó todo porque en aquel libro estaba La Frase. Sí, la frase: "una bocanada de aire con sabor a lágrimas". No sé qué me pasó exactamente cuando la leí, pero sé que fue algo especial. La releí. La volví a leer. Una bocanada de aire con sabor a lágrimas. Me pareció increíble, estupenda, algo que expresaba perfectamente cómo me sentía yo muchas veces.

Pasó algo. Un cortocircuito. Algo. Pero esa frase cambió muchas cosas. Tenía siete u ocho años, me creía muy mayor por haber pasado a la serie azul del barco de vapor y, de pronto, una pequeña frase de una novela de la serie blanca hizo que quisiera ser escritor aunque yo exactamente en aquel momento no supiera cómo identificar aquel latido más fuerte del corazón y aquella sensación inmensa.

Una bocanada de aire con sabor a lágrimas.

(siempre que puedo, la incluyo en mis novelas. Es mi homenaje)

Y por mucho que he buscado al autor de la novela en internet, no lo he encontrado y me encantaría saber quién escribió aquella frase. Porque le haría un monumento. ¿Alguien lo sabe?

Gracias, Deira, ahora ya sé que la autora es Pilar Mateos.

Hay muchas cosas que contar y mayo se presenta como un mes de respuestas, pero ahora lo más urgente es hacer la maleta porque mañana me voy a Finlandia. Es estupendo, me voy de embajador del instituto con otra compañera y dos alumnos a conocer el colegio con el que trabajamos en el programa Comenius y a que nos traten bien y a estar a ochenta kilómetros por debajo del Círculo Polar. Algo que me alucina y me emociona porque mi película preferida es Los amantes del Círculo Polar.

Así que estoy histérico, eléctrico y nervioso. Porque encima tengo mocos. Todavía no me dejan subir al avión, ya veréis. Y tengo menos de veinticuatro horas para aprender a estornudar como la gente educada y no como una explosión nuclear.

Tantas cosas y tan poco tiempo.

Una bocanada de aire con sabor a lágrimas.