Vamos, que no tengo nada nuevo que contar sobre el horizonte y de ahí la laguna de entradas últimamente.
Estoy intentando el NaNo, sí. Con trampas, pero sí. Pero no creo que este año lo consiga. No me importa, porque para mí este año el objetivo era simplemente volver a sentarme frente al ordenador para escribir porque sí.
Y como me era difícil hacerlo con El árbol de los secretos, al final me decanté por una novela erótica de la que los primeros capítulos ya pululaban (sin pulir) por la red bajo seudónimo.
Sí, es trampa, pero yo siempre he sido un tramposo y nunca me he avergonzado por ello. No es que no me apeteciera escribir, de hecho, no hay nada que me apetezca más, pero uno es humano y por mucho que mi adorado Chris Baty diga, hay momentos en la vida en la que no es posible dedicarse a algo al 100%. Pero no desisto, seguiré con ella. De hecho, he avanzado bastante en la trama (¿trama?), los personajes se han perfilado (¿personajes redondos en una novela erótica? ¿Es eso posible? Parece que sí, que mis personajes también piensan y sienten -como pa no lo de sentir, oiga, con la cantidad de perversiones que les hago hacer-. Y ellos, tan felices. ¡Como pa no!).
Así que ahí sigo, dándole.
Y no interpretéis mal esa última palabra que os conozco bien.
Luego estuvieron los problemas de la mudanza, que para mí son muchos pero resumidos en uno. Uno de los principales motivos por los que me he mudado de mi cuchitril de 35 metros cuadrados a una casa más grande era que tenía demasiados libros. Sí, mis padres casi me obligan a llevarlos al trastero y uno tiene mucha dignidad y se hacía el hara-kiri antes de bajarlos a ese húmedo y oscuro sótano lleno de arañas. Conociéndome, ahí se iban a quedar. Porque sito en el que hay arañas, sitio al que Fer no va.
Libros y ropa, es lo único que tengo. Son mis debilidades.
Así que tengo todos mis libros metidos en cajas. Eso ya no es un problema porque ya he vuelto a caer y ya hay nuevos ejemplares en la mesilla.
pero hubo problema. El problema existió en el tiempo en el que volví a casa de mis padres mientras montaba la casa. No tenía libros. Y está comprobado que yo no soy capaz de dormir si antes no he leído algo (o, en su defecto, he hecho otras cosas igualmente placenteras que en casa de mis padres, evidentemente, era imposible hacer) así que no tuve más remedio que acudir a la biblioteca de mi hermano.
De esa biblioteca había leído la mayoría. Por no decir todos. Menos uno. Y ya se sabe que cuando el hambre aprieta hasta un mendrugo de pan duro con algo de paté caducado satisface.
No es que no hubiera intentado leerlo antes, que lo hice. Su estilo era el ideal para una de esas tardes de piscina veraniegas. Su trama se relacionaba con una de mis novelas preferidas, la que yo considero la primera "novela seria" que leí después de tanto Barco de vapor, tantas aventuras de los cinco y demás libros de la sala infantil de la biblioteca de Cáceres: Drácula. Sin embargo, no pude leer mucho. Era simplemente infumable.
Y no, no es Crepúsculo. Gracias. Esa la intenté por curiosidad antes de todo el boom mediático y me quedé por la parte en la que la insulsa y estúpida protagonista casi muere. Decidí dejarlo ahí porque no pude avanzar más. En mi mente, el mundo era mucho menos imperfecto si moría. Era el final perfecto.
(Así como me encanta Harry Potter, no puedo con Stephenie Meyer y su ineptitud escritora. Simplemente me es imposible. Me entristece, me amarga, me agobia tanta estupidez concentrada, me agobia tanta letra mal escrita, me genera ansiedad, me da rabia, me repugna. Me ocurre igual que con esa pseudoescritora extremeña que se cree la George Martin española)
El libro que tuve que coger so pena de no dormir en dos meses era, tachán tachán, La historiadora.
Por Alanis Morrisette, menuda mierda de libro. O de traducción. O de lo que sea. Pero, joder, no os podéis hacer una idea de la tortura que es no tener tiempo para ir a la biblioteca, no tener un puto duro para comprarte un libro y tener eso en la mesilla y tener que leerlo. Uno tiene que dormir, que si no no es persona.
Los ojos me sangraron cuando leí TODABÍA. Con todas las letras, incluso con esa B tan bonita y barrigona. TODABÍA.
Los ojos me están sangrando ahora al leérmelo a mí mismo.
Por no hablar del pus que despedían mis orejas por cada una de las perífrasis de deber con sentido de duda en la que no había un solo "de". "Debía ser de noche cuando llegamos", "Debía estar muy salido cuando le pillamos haciéndose pajas en el baño". "Debía ser una inculta cuando escribió -o tradujo- eso" "Debía haberse pegado un tiro antes de coger el libro".
No he podido terminármelo.
Pero ahora sufro de sangrado continuo de ojos.
¿Algún doctor en la sala?
Estoy intentando el NaNo, sí. Con trampas, pero sí. Pero no creo que este año lo consiga. No me importa, porque para mí este año el objetivo era simplemente volver a sentarme frente al ordenador para escribir porque sí.
Y como me era difícil hacerlo con El árbol de los secretos, al final me decanté por una novela erótica de la que los primeros capítulos ya pululaban (sin pulir) por la red bajo seudónimo.
Sí, es trampa, pero yo siempre he sido un tramposo y nunca me he avergonzado por ello. No es que no me apeteciera escribir, de hecho, no hay nada que me apetezca más, pero uno es humano y por mucho que mi adorado Chris Baty diga, hay momentos en la vida en la que no es posible dedicarse a algo al 100%. Pero no desisto, seguiré con ella. De hecho, he avanzado bastante en la trama (¿trama?), los personajes se han perfilado (¿personajes redondos en una novela erótica? ¿Es eso posible? Parece que sí, que mis personajes también piensan y sienten -como pa no lo de sentir, oiga, con la cantidad de perversiones que les hago hacer-. Y ellos, tan felices. ¡Como pa no!).
Así que ahí sigo, dándole.
Y no interpretéis mal esa última palabra que os conozco bien.
Luego estuvieron los problemas de la mudanza, que para mí son muchos pero resumidos en uno. Uno de los principales motivos por los que me he mudado de mi cuchitril de 35 metros cuadrados a una casa más grande era que tenía demasiados libros. Sí, mis padres casi me obligan a llevarlos al trastero y uno tiene mucha dignidad y se hacía el hara-kiri antes de bajarlos a ese húmedo y oscuro sótano lleno de arañas. Conociéndome, ahí se iban a quedar. Porque sito en el que hay arañas, sitio al que Fer no va.
Libros y ropa, es lo único que tengo. Son mis debilidades.
Así que tengo todos mis libros metidos en cajas. Eso ya no es un problema porque ya he vuelto a caer y ya hay nuevos ejemplares en la mesilla.
pero hubo problema. El problema existió en el tiempo en el que volví a casa de mis padres mientras montaba la casa. No tenía libros. Y está comprobado que yo no soy capaz de dormir si antes no he leído algo (o, en su defecto, he hecho otras cosas igualmente placenteras que en casa de mis padres, evidentemente, era imposible hacer) así que no tuve más remedio que acudir a la biblioteca de mi hermano.
De esa biblioteca había leído la mayoría. Por no decir todos. Menos uno. Y ya se sabe que cuando el hambre aprieta hasta un mendrugo de pan duro con algo de paté caducado satisface.
No es que no hubiera intentado leerlo antes, que lo hice. Su estilo era el ideal para una de esas tardes de piscina veraniegas. Su trama se relacionaba con una de mis novelas preferidas, la que yo considero la primera "novela seria" que leí después de tanto Barco de vapor, tantas aventuras de los cinco y demás libros de la sala infantil de la biblioteca de Cáceres: Drácula. Sin embargo, no pude leer mucho. Era simplemente infumable.
Y no, no es Crepúsculo. Gracias. Esa la intenté por curiosidad antes de todo el boom mediático y me quedé por la parte en la que la insulsa y estúpida protagonista casi muere. Decidí dejarlo ahí porque no pude avanzar más. En mi mente, el mundo era mucho menos imperfecto si moría. Era el final perfecto.
(Así como me encanta Harry Potter, no puedo con Stephenie Meyer y su ineptitud escritora. Simplemente me es imposible. Me entristece, me amarga, me agobia tanta estupidez concentrada, me agobia tanta letra mal escrita, me genera ansiedad, me da rabia, me repugna. Me ocurre igual que con esa pseudoescritora extremeña que se cree la George Martin española)
El libro que tuve que coger so pena de no dormir en dos meses era, tachán tachán, La historiadora.
Por Alanis Morrisette, menuda mierda de libro. O de traducción. O de lo que sea. Pero, joder, no os podéis hacer una idea de la tortura que es no tener tiempo para ir a la biblioteca, no tener un puto duro para comprarte un libro y tener eso en la mesilla y tener que leerlo. Uno tiene que dormir, que si no no es persona.
Los ojos me sangraron cuando leí TODABÍA. Con todas las letras, incluso con esa B tan bonita y barrigona. TODABÍA.
Los ojos me están sangrando ahora al leérmelo a mí mismo.
Por no hablar del pus que despedían mis orejas por cada una de las perífrasis de deber con sentido de duda en la que no había un solo "de". "Debía ser de noche cuando llegamos", "Debía estar muy salido cuando le pillamos haciéndose pajas en el baño". "Debía ser una inculta cuando escribió -o tradujo- eso" "Debía haberse pegado un tiro antes de coger el libro".
No he podido terminármelo.
Pero ahora sufro de sangrado continuo de ojos.
¿Algún doctor en la sala?
6 comentarios:
Jejeje... Ánimo, Fer. Hay muchas alternativas, la de pedir a tus amigos que te dejen un libro, por tu bien (y el de tus ojos). ¿No hay gente que pide dinero en horas bajas a sus colegas? Pues esto también es una crisis. Otra alternativa, recurrir a la re-lectura, sobre todo de algún clásico. Me sorprende mucho releer y encontrar un matiz distinto que antes no pude apreciar.
Soy una de las que ha leído Crepúsculo, y tienes mucha razón con lo que has dicho. Los protagonistas son peor que los amantes de Teruel (tonta ella, tonto él), pero los secundarios me gustaron. Se le nota demasiado a la autora que está enamorada de sus personajes, y eso es algo que me produce repelús.
Sobre el Nanowrimo... No voy a declarar aquí si hago trampa o no, pero estoy satisfecha. Llegaré a las 50000 palabras seguro (me quedan 16000, solo), pero luego tendré que hacer una tarea de reescritura digna de un ejército de señoras de la limpieza. Espero que veamos tu trabajo pronto.
p.d: ¿Quién es esa autora extremeña que se cree George Martin?
p.d2: Por cierto, gracias por el enlace del Nanowrimo!
Vamos por partes.
NaNoWriMo: bien, gracias. Estoy casi en 40000 palabras (si todo va bien, esta noche), pero como tú dices, lo importante no es ganar, sino crear una rutina que me anime a seguir escribiendo en diciembre; lo que empezó como una tontería para matar el tiempo se ha convertido en una historia que me gusta y que, visto lo visto hasta ahora y si no me rindo ante la adversidad, puede ser chula. Pero no creo que llegue a las 50000, porque esta semana se presenta movidita y no voy a tener finde para escribir, snif. No importa. Me considero ganadora.
Segundo: La Historiadora. Pues mira tú que a mí ese libro me gustó, claro que yo me lo leí en inglés y evité el sangrado de ojos. No es Literatura así, con mayúsculas, pero sí vale para pasar el rato. Me dejó con la cosa de leerme Drácula, que, inculta de mí, no he leído.
Y por último, Crepúsculo. No me puedo creer que lo menciones ahora, justo cuando me estoy leyendo la saga. Lo hago como penitencia, dedicándole cuatro días a cada libro y sin haberme gastado un duro en su compra. Es que soy muy masoca, y cuando empiezo una historia quiero saber cómo termina. Pero completamente de acuerdo contigo, si ella puede ser best seller, cualquiera puede. Y al próximo que me la compare con Harry Potter, le hago tragarse un zapato.
Hala, voy a hacer algo de utilidad. Y a ver si actualizamos un poco más el blog, hombre, que tanto trabajo no puede ser bueno.
Ja, ja, Fernando, un buen colirio para esos ojos irritados por las b barrigonas! Me ha hecho mucha gracia tu entrada, hijo, anda a la biblioteca municipal que "halgo vueno encontraraz", ja, ja, estoy segura de que tendrás mucho que escoger. Y felicitaciones por tu cambio de domicilio a uno más grande! es que 35 metros cuadrados es como muy poco, ¿no? ¡sobre todo cuando se tiene libromanía!
Un abrazo,
Blanca
Feeerrrr, ¿novela erótica? ¿sublimando, que es gerundio? ;-)
Ciertas todas las alternativas, Roskat, pero en el momento en el que cogí el libro era tarde, no había nadie, era joven e inexperto....
Y, bueno, a la vista está que si Chris Baty me viera ahora mismo me acabaría dando latigazos porque mi NanoWrimo ha sido un TOTAL FAIL.
Lo de la pseudoescritora... se dice el pecado pero no el pecador.
Ruth, seguro que tienes razón y en inglés mejora, porque me da a mí que toda la sensación gris que deja es por la traducción. Si es que no aprendo...
Enhorabuena pro ese NaNo, campeona!!!
Muchas gracias, Blanca, la verdad es que ahora mi problema de libromanía no será un problema tan gordo! Viva!
Y, Leo, que tenga que enterarme por terceros de que te han dado un premio, tsk tsk tsk, que el blog también es un poco de culto al ego. Y las alegrias hay que compartirlas. ¡Enhorabuena! :D
No me digas esas cosas, que yo lo tengo ahí, habiéndome gastado una pasta, pa leerlo!! la ventaja es que el mío es en English y espero que la falta más grande sea la de no enterarme de lo que dice, que todo posible es!! mmmmm, en cuanto sea persona con tiempo, prometo leer tus cosinas, ya que acabo de descubrirte entre el cotilleo que las pocas ganas de estudiar genera! ains!!
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